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El arte siempre se había sentido como un escape para mí. Algo que me liberaba de sobremanera, incluso cuando mi mayor carga era algo tan insignificante como pensar en que ropa iba a usar el día siguiente, que museo me quedaba más cerca o que cuadro quisiera tener en mi cuarto. Cargas ridículas que representaban una vida totalmente resuelta.

Esa vida que se había desecho de mi hace poco más de dos meses.

Si alguien me hubiera dicho que todo iba a cambiar de forma tan abrupta, no lo hubiera creído. ¿Cómo iba a creer que el único hombre al que correría sin pensarlo iba a romperme el corazón? ¿Cómo iba a creer que pasaría más de un mes en contacto cero con mi otra mitad, mi alma gemela, mi hermano?

La verdad es que había estado huyendo de su presencia las últimas dos semanas. No quería verlo porque ahora era solo un extraño para mí, no era esa persona que me traería una farmacia entera, ahora solo era ese boludo que pisotearía mis sueños de toda la vida.

Verlo era aceptar la realidad de su cambio, y no quería hacerlo así que solo me quedaba huir.

—¿Te vas en febrero del año que viene? —Juani estaba frente a mi, revisando un calendario como si fuera la cosa más interesante del mundo.

—Si las cosas van como hasta hoy, si —afirmo.

La mayor parte del dinero que ganaba, estaba destinado a un ahorro para mí propio futuro y si seguía manteniéndome como hasta hoy, podría pagar un vuelo, estadía y sobrevivencia hasta tener suficiente experiencia para tener una vida tranquila en Francia.

—¿Puedo opinar algo? —pregunta y yo asiento—. Deberías buscar un mejor trabajo.

Me río y el luce confundido así que le explico mi obvia situación—: Solo tengo estudios básicos, el mejor trabajo para mí es ser mesera, una muy linda.

—No necesitas un diplomado para vender tus cuadros.

Un escalofrío recorrió mi cuerpo mientras él se puso de pie y empezó a revisar todos los bocetos incompletos que estaban por todos lados. Algunos apoyados en la pared, otros en el suelo y otros simplemente olvidados en algún lugar que ahora mismo no puedo divisar.

—¿Tenés hambre? —intento evadir el tema pero se que él no lo dejará pasar.

—No, estoy bien —negó—. Sabés que podés hablar conmigo siempre, soy tu mejor amigo yo.

Sonreí y me recosté en la cama, él hizo lo mismo.

—Tengo miedo de terminar algún cuadro —admito.

—¿Por qué?

—Porque aterrizo en esa realidad en la que a nadie le interesa comprarlos —un suspiro se escapa de mis labios—. Mi mayor miedo es el fracaso.

𝐄𝐭𝐞𝐫𝐧𝐚𝐥 𝐒𝐨𝐮𝐥𝐬 | ᴇɴᴢᴏ ᴠᴏɢʀɪɴᴄɪᴄDonde viven las historias. Descúbrelo ahora