𝐸𝒮 | Malena Recalt. Si, la hermana de Matías Recalt, nunca creyó que una visita a su hermano podria convertirse en el detonante de todas esas emociones que no sintió en dieciocho año, o al menos no con tanta intensidad.
Lo que no contaba era tener...
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Cause Little Miss Sunshine always thinks it's gonna rain.
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—No, no me gusta Malena.
Llamé a Matías para preguntarle si estaba cerca porque tenía hambre, contestó pero me di cuenta de que no estaba hablando conmigo asi que iba a colgar. No creo que tenga que explicar lo demás.
Una pesadumbre ilusoria se disipó por todo mi cuerpo, sin embargo mi mente seguía manteniendo su estado razonable. ¿Por qué llegué a pensar que había dejado de ser un juego? ¿Por una conversación que tuvimos cuando estaba ebrio? ¿Por un beso con el mismo peso efusivo que los de Blas, Juani y Valen? ¿Por esos cambios fulminantes en nuestro nexo diario? ¿Por un acto obligado de amabilidad?
Ahora solo puedo deducir que todo lo creé yo. Esas miradas saturadas de excitación, solo estaban en mis ojos. Ese reflejo eléctrico al tacto, solo corría por mis sistemas. Esa atmósfera de tensión y entusiasmo por un futuro incierto, solo estaban en el pasado que había inventado.
Estaba perdida en sus pupilas y lo que más anhelaba en este momento, era que me miraran y me dijeran que no fue mentira.
No le gusto a Enzo, todo estaba en mi cabeza.
Escucho el sonido de la puerta principal y se que llegaron. Están en silencio, incluso más silencio que el que yo guardaba en este momento. No me muevo, me quedo debajo de las sabanas que ahora, en lugar de emanar calidez, se han convertido en un glaciar que muere por congelar todo lo hay dentro de mi.
¿Por qué me siento así? ¿Por qué me aborda esa sensación de que arrancaron mi estomago y ahora solo hay un hueco ahí?
Siento lo mismo que sentí el día que nació mi odio por Kanye West: Ganas de matar a alguien, pero al mismo tiempo unas inmensas ganas de llorar que no salían a flote y solo disfrutaban torturarme desde mis adentros.
Y no lo entiendo. No me gusta Enzo, odio a Enzo y me frustra saber que no puedo aplastar un botón y desaparecerlo de mi vida.
—Male —escucho la voz de Matías— ¿Estás despierta?
Escucho pasos dentro de la habitación. Pasos de dos personas.
Se paran en silencio frente a mi cama mientras yo hago mi mejor intentó por parecer dormida. Estoy de espalda a ellos, cubierta hasta el cuello y con una trenza ligera evitando que mi cabello sea un desastre al día siguiente.
—Me muero si no voy al baño —Matías me deja un beso en la frente y antes de salir, dice—: Cierra las cortinas y no apagues la lámpara, no quiero despertarme a las tres de la mañana con sus gritos.
Dejo de escuchar sus pasos y ahora se que Enzo está justo detrás de mi. O bueno, estaba. Empieza a caminar hacia la dirección a la que veo y rápidamente cierro los ojos.
