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—Si él se muere, yo me muero con él.

Desesperación. Una palabra tan simple que evoca tantos sentimientos a la vez. Era exactamente eso lo que sentía en ese momento. ¿Cómo pudo una discusión estúpida alejarme de la persona a la que más amaba en todo el universo? ¿Por qué tuvo que terminar en un hospital para que yo estuviera interesada en él? ¿Tan inmadura era?

—Solo usará el cabestrillo por unos días, no se va a morir —las palabras de Blas son un consuelo que nunca me había reconfortado tanto.

—Hay que ser demasiado boludo para resbalarse con un plátano —ahora las burlas de Juani me causan más risa que nunca.

Decir que el drama de Enzo en la puerta de mi casa había sido exagerado, sería mentir. Hace no más de treinta minutos todos estábamos descomunalmente agobiados por el estado, entonces anónimo, de Matías. Nadie nos decía nada y había razones suficientes para creer que se iba a morir ahí adentro. Llegó inconsciente, con el brazo morado y ni siquiera parecía estar respirando.

—Lo bueno es que nos juntamos todos otra vez —Fran sonríe mientras habla—. Malena se perdió desde que salió de la casa.

Nos invade un silencio, no uno incómodo. Más bien uno nostálgico en el que todos recordamos como hace unos meses nos veíamos a diario, reíamos a diario y nos jodíamos a diario también.

—Déjala —Juani apunta con el dedo a Fran—. Está experimentando su primera chamba.

Las risas no se hacen esperar y se hace presenta la comodidad de una conexión casi familiar. Como de viejo amigos que vuelve a encontrase. Aunque no ha pasado mucho desde la última vez que nos vimos, son solo nuestras auras haciendo dramas innecesarios.

—¿Trabajás, nena? —Valen pregunta, como si no se lo hubieran dicho ya cincuenta veces.

—Si, soy mesera.

—Una mesera muy linda —completa Enzo y siento entre ganas de abrazarlo y al mismo tiempo ganas de dejarlo internado en este hospital.

Valen y Blas intercambian miradas entres ellos. Upsi, ellos aún no saben.

—Para —habla Valen—. ¿Ustedes ya están saliendo? —Blas completa la frase.

Juani se ríe como si le hubieran contado y luego, cual narrador en una película de un romance de enemies to lovers, empieza a presumir:

—¿Se acuerdan del storytime del desconocido de París? —los dos asienten— ¡Era Enzo! Esas botas horribles las vimos en los pies del abuelo, ¿Te acordás Blas?

Todos se ríen de la forma en que lo cuenta pero mucho más de como había llamado a Enzo. Juani era el único que no tenía piedad al momento de poner apodos, le encantaba disfrutar el falso sufrimiento de lo demás.

𝐄𝐭𝐞𝐫𝐧𝐚𝐥 𝐒𝐨𝐮𝐥𝐬 | ᴇɴᴢᴏ ᴠᴏɢʀɪɴᴄɪᴄWhere stories live. Discover now