𝐸𝒮 | Malena Recalt. Si, la hermana de Matías Recalt, nunca creyó que una visita a su hermano podria convertirse en el detonante de todas esas emociones que no sintió en dieciocho año, o al menos no con tanta intensidad.
Lo que no contaba era tener...
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—¡No me vuelvan a hablar nunca! —el corazón me latía a mil por hora.
¿En que estaba pensando cuando acepté venir a ver esta película? Ya conocía la historia, ya leí los libro, ya fui a su museo... ¿Por qué tenía que torturarme más viendo todo en vivo?
—¡Dale, nena, sabes que te amamos! —Juani intenta abrazarme pero yo me hago para atrás.
Alguien que te ama no te llevaría a ver La Sociedad de la Nieve.
Estoy a punto de mandarlo lejos pero entonces, un grupo de personas se acerca. Yo calculo que eran unas cinco o seis. ¿Qué querían? No lo sé. Solo se qué me asusté un poco y mi primer reflejo fue ocultarme detrás de Matías.
—¿Sois vosotros los de La Sociedad de la Nieve? —preguntó una de ellas.
¿Tan rápido los ubicaron? ¿O es que nosotros llegamos a ver la película re tarde?
Sus grititos de emoción me hicieron sonreír. ¿Así me vería yo cuando me encuentre en el cielo con Emily Brontë, o en vida con Elizabeth Grant?
—¿Me puedo sacar una foto contigo? —una de las chicas se acerca a mi— ¿Saliste en la película también?
Niego inmediatamente—. No, no. Yo solo vine a verla, perdonáme.
—Discúlpame tú, eres muy guapa y pensé que actuabas también.
Le sonreí como agradecimiento, se terminaron de sacar fotos con todos y finalmente se fueron. Fue un momento muy lindo ver la felicidad en el rostro de todos, más cuando sabía por todo lo que habían pasado para llegar aquí. Si, no los había acompañado en todo el proceso, pero estuve en una parte y se que se esforzaron tanto por esto.
Incluso se me olvidó que los odiaba. ¿Cómo podía hacerlo si los amaba tanto?
—¿Ya no nos odias? —la pregunta de Blas me causa risa.
—Un poco.
Las risas se acoplaron en nuestro grupo y la noche nos abrazó. Era raro ver como paraban a los chicos cada cierto tiempo, más que todo por qué la película no llevaba ni una semana fuera. No me quiero imaginar lo que será después.
—¡Vamos a comer! —Juani nos frena a todos— Hay que aprovechar todo el tiempo que nos queda con la nena.
Se que la cara se me descompuso en ese momento y me arrepentí de haber compartido mi idea con Juani.
