𝐸𝒮 | Malena Recalt. Si, la hermana de Matías Recalt, nunca creyó que una visita a su hermano podria convertirse en el detonante de todas esas emociones que no sintió en dieciocho año, o al menos no con tanta intensidad.
Lo que no contaba era tener...
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ᴱⁿᶻᵒ'ˢ ᴾᵉʳˢᵖᵉᶜᵗⁱᵛᵉ
La tranquilidad se evaporó por completó de todo nuestro entorno. ¿Paz? ¿Calma? ¿Qué era eso? ¿Había estado aquí alguna vez?
Pasó una semana en la que nadie supo nada de Malena, hace siete días salió sin nada más que una cámara en sus manos. Ni siquiera se llevó el teléfono así que saber de ella había sido complicado, desesperante y en algún punto insoportable.
Juani seguía sintiendo culpa por todo así que seguía buscándola, día y noche, por todos los lugares que alguien pudiera imaginarse.
Pero nadie la encontró. Ni siquiera yo.
—¿Está en Buenos Aires? —Matías lanzó el teléfono contra la mesa después de colgar la llamada en la que estaba y solo se quedó en silencio— Matías.
—No está.
Decir que él había dormido como mucho treinta minutos en estos siete días sería mentir. No había dormido nada, llegaba solo a bañarse y volvía a salir de inmediato. No hablaba conmigo hasta ayer que le pregunté como estaba, estaba mal. Se sentó a llorar en la sala diciendo que era su culpa que ella hubiera huido. Que la hirió y que no esperaba que lo perdone. Solo quería saber donde está.
—¿A donde vas? —pregunto al ver que quiere irse.
Se gira antes de responder—. A buscarla, ¿a donde más voy a ir?
Me pongo de pie y en silencio, le paso por al lado. Él se queda quieto, solo observándome como si quisiera golpearme pero no tuviera la fuerza para hacerlo.
—No me ayudés a buscar a mi hermana.
—No te estoy ayudando a buscar a tu hermana —abro la puerta—. Vos me estás ayudando a buscar a la mujer de la que estoy enamorado.
Salgo sin esperar su respuesta y me quedo unos segundos parado con la duda de si va a salir a romperme la cara o si prefiere asesinarme directamente. Ninguna de las dos situaciones salta a la realidad, asi que solo me voy.
Al llegar al exterior, las calles lucen exageradamente transitadas. Como si la misma ciudad la estuviera escondiendo de nuestros ojos, como si no quisiera que nadie la encuentre. ¿Por qué no quería que yo la encontrara? ¿Algo de esto era mi culpa? ¿Habría sido tan malo si yo no hubiera mentido? Sigo caminando con la misma tranquilidad de alguien que se ahoga y está en busca de oxigeno, mis pensamientos son una tormenta y mis sentimientos un sol insoportable. Ninguno entiende al otro y solo optan por seguir siendo aún más extremistas en la distancia que los separa.
Las calles desaparecen igual que la luz de sol y al mismo tiempo, mi paciencia se desvanece. ¿Dónde estaba ella? ¿Tan herida estaba que la mejor opción era desaparecer?
Me senté en una banca al lado de un árbol. Estaba en un lugar... raro. Una de las peores zonas de las ciudad. Esperaba que no estuviera aquí pero a la vez las ganas de encontrarla me hacían desear que estuviera justo frente a mi.
