IV

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Lucifer recorría su oficina de una punta a otra en círculos, ansioso. ¿Cómo es posible que él ignorara el tráfico de acero celestial en su propio reino? ¿No se supone que era un buen gobernante? ¿Entonces no lo era? ¿Qué otras cosas le serían ocultas por su propia gente? ¿Qué más estaría ignorando por estar sumido en su depresión?

—¡Papá! –un escalofrío lo recorre por toda la espalda.

Desesperado, sale disparado de su oficina hasta la habitación de su pequeña, buscándola por todo el lugar.

Nada. Nada. ¡No hay nada! ¡¿Dónde está su pequeña?! ¡¿A dónde se fue?! ¡¿Y si le pasó algo?! ¡Ninca se lo perdonaría! ¡Su bebé tiene que estar bien! ¡Tiene que ser un buen padre! ¡Porqué si no es buen padre él no sería...! No podría...ser bueno en nada.

Las lágrimas inundan sus ojos y caen con libertad, resbalando fácilmente por su rostro.

Su hija...su pequeña...

A veces olvidaba que de verdad estaba mal, que necesita ayuda psicológica, porqué si las alucinaciones le hacían creer que todavía estaba con su pequeña...

No solo era su bebé, a veces también era su esposa la voz que lo llamaba.

Ya está harto, estar solo lo vuelve loco, no le ayuda, pero no puede estar con nadie más, alejó a todos hace un tiempo cuando quiso sanarse a sí mismo hace un mes, lo cual tampoco funcionó...

Está solo.

Porque un buen gobernante puede llevar con todo esto y más...

Tan solo bastan un par de horas para que se encierre en su habitación y comience a llorar desconsoladamente, dejando su rostro totalmente rojo y sus ojos hinchados. Para luego caer profundamente dormido.

Cada vez que lloraba hasta dormirse eran los días donde mejor dormía.

Sí no puedes dejar de pensar, entonces duerme, nada mejor que desconectarte de la vida y sumergirte en el subconsciente, ese es su lema.

[...]

El dolor de cabeza lo azota sin piedad en cuanto se sienta en la cama. Todavía tiene los ojos hinchados y sus articulaciones duelen.

Nada que un par de quejas sobre la...muerte, no puedan arreglar.

Está a punto de dormir de nuevo cuando recuerda el tráfico de acero celestial. Claro, tiene que encargarse de esa mierda...

Sin importarle mucho, tan solo se arregla lo suficiente para lucir decente, y abre un portal hacia la oficina de aquel pecador ciervo. Sabe perfectamente que su presencia lo irrita, por eso le encanta ver como aún así lo trata con respeto. Además, debe preguntar quienes son los que le dan el acero celestial.

Ocupar su mente lo mantiene alejado de pensamientos deprimentes.

Pero al llegar no encuentra a quien busca, tan solo el insolente IMP que le abrió la puerta la primera vez que llegó.

—Oye –lo llama.

—Vete a cagar, no molestes –dice con la cabeza enterrada en la almohada, su voz es ronca y él está hecho un ovillo en la punta del sofá.

Uh, alguien tuvo una mala noche...

—¿Cuál es tu problema?

Él lo sabe todo - AppleRadioHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin