XVII

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El sol infernal vuelve a brillar en todo su esplendor, marcando que, si fuera el mundo humano, ya sería de día.

Y la tortura sigue.

Ninguno de los presentes sabe cuánto tiempo exactamente llevan haciendo lo mismo. Todos estaban demasiado agotados.

O bueno, uno no parece estarlo.

-Ay, por favor, no me digas que ya se cansaron -dice Lucifer con burla.

El rey les había arrancado las extremidades una por una, para luego darles de su sangre, en cantidades bastante pequeñas, para que al menos alcanzaran a recuperarse, para repetir su acción.

Vox se había ido, ¿cuándo? Nadie sabe, pero ese malnacido ya no estaba para la tercera ronda de torturas de Lucifer.

No importó, ni tan solo un poco.

Pero claro, el rey del infierno no puede permitirse usar el mismo método una y otra vez, no. Tal vez, sea el momento más creativo de Lucifer, dónde cada cosa que hace es más dolorosa que la anterior.

Con Velvette tuvo un poco de piedad, dejándola en paz la vez número 18 que se desmayó de dolor. De igual forma, ella nunca fue su objetivo.

-Pero si todavía no he traído a los perros para comerles los dedos de los pies –simula un tono que parece reflejar tristeza-. No he terminado de jugar. 

La garganta de Valentino arde con un gran dolor, apenas pudiendo producir sonido, aunque, tiene que dar un par de tosidos, igual de tortuosos, para que su voz salga al menos audible.

-Majestad, por favor,...le ruego...piedad -dice con dificultad.

Una carcajada sale de Lucifer, la cual, hace que la polilla salte del susto.

-Cada vez los hacen menos resistentes -ríe-. Hace 400 años alcanzaban a soportar dos días de tortura seguidos -niega con la cabeza, divertido-. Bien, bien, te tendré compasión.

La mirada de incredulidad en el rostro del pecado hace que Lucifer se sienta aún más divertido por su inocencia.

Es tan idiota que hasta da lástima.

-¿En...? -Es interrumpido por su propia voz, pues parece desaparecer en el momento, teniendo que volver a toser para hablar- ¿En serio? -y, aún así, su voz sale dolorosa incluso para el oído.

-Por supuesto -una sonrisa sínica está perfectamente posada en su rostro-. Es más, hagamos un trato -hace una pausa silenciosa, que rompe después de pensar un poco los términos del contrato-. Yo te perdono, dejo de torturarte, volverás a tu vida normal, solo, y tan solo sí, me das tu alma.

Lucifer jamás  había visto desaparecer la esperanza tan rápido de una mirada. Valentino parece encogerse en el suelo.

-M...mi alma, pe...pero...

-Tranquilo, nadie tiene porqué enterarse. La tipa parece que no va a despertar en un rato -señala a Velvette con la cabeza-, y el tipo televisor desapareció hace un par de horas. Nadie tiene porqué saberlo. Continuarás con tu puesto de overlord, segurás haciendo...lo que sea que hagas en el trabajo, tan solo tu alma me pertenecerá.

Valentino no es tan tonto cómo todos piensan, sabe perfectamente que dar su alma sería su perdición, más si es al rey del infierno.

-Entonces, ¿qué dices, polilla? ¿Morir torturado o vivir atado? 

El pecador mira al suelo con irritación, no sólo al gobernante, también a sí mismo, pensando en cómo podría haber evitado la situación si tan solo no hubiera sido tan imprudente.

Él lo sabe todo - AppleRadioWhere stories live. Discover now