XVII

482 96 45
                                    

Las horas pasan mientras que Husk tan solo observa cómo Angel se rodea de abusivos y repugnantes hombres que no desean más que cogerse a su compañero.

Asquerosos hijos de la gran puta.

Trata de no mirar tanto hacia dónde están, pero no puede evitar voltear a ver cada vez que Angel suelta algún sonido que pueda ser lo más parecido a un alarido o un gemido, de igual forma, retirará al actor en cuanto pase algo.

Uno de los de su grupo se separa para pedir una bebida, por lo cual, Husk concentra toda su atención en lo que sea que contenga la bebida.

Al ser el infierno, todo sabe más insípido, por lo que está seguro de que la droga ya va a venir incluida por cortesía del trabajador. Pero al ver el recipiente rosado que el putito se sacó del abrigo ser vaciado en la bebida, todos sus sentidos se alertaron.

Una apuesta a que esa es la bebida de Angel.

El pecador se da media vuelta para volver a la mesa, con ambas bebidas en sus manos, una con la droga normal y otra con la droga extra.

Vamos. Sorpréndeme.

Tal y cómo lo predijo, la bebida con el suministro extra es extendida a su amigo.

Date cuenta, vamos. No lo tomes.

Una pequeña llama de esperanza se aviva dentro de él al ver cómo el pecador araña observa el vaso con una expresión sospechosa por unos segundos.

Pocos segundos más de observar la bebida y la estrella se encoge de hombros y la acerca a sus labios sin beberla realmente.

Husk suelta un sonoro suspiro de rendición.

Él lo consideraba más inteligente.

De mala gana, se levanta de su asiento y se dirige a la mesa, tomando sus cartas de ante mano.

—Muy bien, se acabó la fiesta.

Tomando de la parte superior del cuello del saco del que había entregado los tragos.

Todos los demás se alertaron demasiado por el movimiento, lanzando la mesa y sacando todas sus armas rápidamente.

El cantinero toma a Angel del brazo y lo coloca detrás de sí mismo, como una forma de escudo.

—¿Qué estás haciendo?

—Te estoy salvando. –Gracias a sus cartas, corta un par de redes que había en el techo, logrando atrapar a los rufianes entre las mismas.

En cuanto se asegura que están bien sujetados, vuelve a tomar a su compañero por los hombros y lo saca de ese lugar, incluso con los reclamos que hace la estrella porno.

—¡Ya suéltame! –Se remueve.

Un par de forcejeos más y por fin logra escapar del agarre del minino.

—¿Qué putas crees que haces?

—¡Te sacaba de esta mierda! –responde con el ceño fruncido— Ese idiota puso algo en tu trago.

—¡¿Y?! –estira sus cuatro brazos— ¡Llevo años haciendo esto! ¡¿Crees que no sé cuándo le ponen algo a mis tragos?!

—¡Entonces dejas que te hagan lo que quieran!

—¡Yo no me lo busco! –dice con la respiración agitada— ¡Yo jamás pedí nada de esta mierda! –Se acerca lentamente a Husk— ¿Sabes qué otra mierda jamás pedí? No pedí que Charlie me salvara, y tampoco pedí que tú me salvaras –lo señala acusatoriamente.

Tratando de calmar la situación, Husk decide tomar un respiro, tranquilizando sus emociones.

—Bueno, es la mierda que nos tocó –se aclara la garganta—. Volvamos al hotel –le ofrece su mano.

Él lo sabe todo - AppleRadioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora