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Con nada más que repudio, Lilith mira a Alastor con un asco creciente, para luego abrir un portal con el tan solo tronar de sus dedos.

—Entra. Y no te quiero volver a ver si yo no te llamo.

El cuerpo de Alastor todavía se encuentra débil, pues sigue en su miserable forma de niño humano.

Cómo puede, se arrastra hacia el interior del portal, sintiendose humillado por la mirada de superioridad que Lilith le dirige.

Que vida y muerte de mierda le tocó vivir.

¿Él se lo había buscado? ¿Por qué fue tan miserable desde el inicio de su existencia?
Siguió las normas, hizo todo lo que le decían. Fue un buen hermano y, en su momento, también fue un gran ángel, de los mejores en su trabajo. Los niños lo amaban, los ganadores también, Dios estaba contento con su trabajo y todos lo trataban con respeto.

¿Cuándo se fue todo al carajo?

—Camina –con una patada, la primera esposa de Adán lo hace entrar por completo al otro lado del portal, para luego volverlo a cerrar.

Es todo su culpa. La culpa la tiene ella y nadie más que ella.

La caída de Lucifer, el nacimiento del pecado original, la expulsión de Abiel, o más bien, Alastor.

Todo es culpa de esa maldita mujer.
Desearle lo peor de la existencia sería poco.

Mientras se arrastra por el suelo, Alastor comienza a sentir un horrendo dolor en la cabeza.

¿De nuevo? Dios, ¿cuando terminará mi tortura?

Mientras estuvo en el cielo, sus orejas de ciervo se habían vuelto parte de su cabello, y sus astas habían desaparecido sin más.

El dolor de su resurgir es tortuoso.

Siente como el dolor dentro de su cabeza lo atormenta, queriendo abrir su propia cabeza y arrancarse el cerebro con sus propias manos.
Y no es todo. La sensación de sus orejas volver a aparecer es similar a cuando todos sus cabellos son jalados hacia arriba al mismo tiempo.

No puede hacer más que soltar gemidos de dolor y suplicar que su martirio acabe de una vez.

Al terminar su proceso, Alastor suelta un suspiro y su respiración está más que acelerada.

Muy bien. Ya solo falta el dolor de la cola. Ya le falta menos que cuando comenzó.

[...]

Ahora mismo se encuentra recostado en el sofá de un edificio abandonado.

Al intentar ir a su oficina y departamento se llevó la sorpresa de que ambos ya habían sido ocupados.

Debió suponerlo. El mundo sigue avanzando, con o sin él, y el infierno no es la excepción.

¿Cuánto tiempo sería de su desaparición? Está seguro que más de un par de años.

Todo lo siente tan familiar y a la vez tan diferente.
Hay pantallas y tecnología a donde quiera que vayas, los pecadores usan una nueva tendencia de moda que, para él, es muy reveladora, los edificios lucen diferentes, todo es tan extraño ahora.

Es el mismo infierno en el que vivió, pero nada es igual. Su sentimiento es similat al de un extraño que cayó en un lugar desconocido y peligroso.

Ya nada se siente cómo casa, menos hogar.

Por ahora tan solo se conforma con un lugar donde descansar un poco. Demasiadas cosas pasaron en poco tiempo y eso lo aturde.

Él lo sabe todo - AppleRadioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora