XV

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Alastor se dirige hacia su departamento, con pisadas tan pesadas que hacen más ruido del que deberían, sus extremidades se sienten flojas por las ganas de golpear a ese malnacido, y con las lágrimas de coraje acumulándose en sus ojos.

Se siente tan humillado. Le gustaría tomar a Valentino y gritarle insultos hasta que su garganta le arda.
Con ganas de tomarlo de las extremidades y arrancarle una por una, lenta y dolorosamente.

Pero, más que nada, se da asco. ¿Cómo pudo permitir que la tocaran así? Ni cuándo estaba en vida ni al llegar al infierno había permitido que alguien que no fuera de confianza se acercara a él, y ahora se siente tan impuro.

Déjarme tocar de esa manera fue de lo más repugnante que me ha pasado.
Mi madre se sentiría tan avergonzada...

Por fin, se encuentra en la puerta de su departamento, listo para entrar y desahogarse en la soledad de su hogar, dejando salir un par de lágrimas con anticipación.

Cuando entra, todo se encuentra a oscuras. Por alguna razón, las mantas que colocó hace tiempo ahora están bien puestas, tapando cualquier entrada del sol infernal y dejando todo a oscuras.
Eso le extraña, pero en realidad ni se molesta en analizarlo, de todos modos,  para el humor en el que se encuentra, es mucho mejor.

Se dispone a dirigirse a la cocina, no tanto porque tenga hambre, tan solo para distraerse.

Solo da el primer paso y se tropieza con un objeto que suelta un chillido.

Molesto, recoge la pequeña cosa, distinguiendo su forma.

¿Un pato?

¿Qué hace eso en su departamento? Que él recuerde Lucifer no se había olvidado nada la última vez que vino.

Observa hacia abajo, notando más de esas figurillas chistosas esparcidas por el suelo.

¿Qué significa esto?

Los patos parecen estar colocados estratégicamente, dirigiendose hasta su alcoba.

Rápidamente se puso a la defensiva, siguiendo el rastro de los juguetes chillones.

Al entrar a su cuarto es sorprendido por un golpe de plumas en su rostro. Para luego ser abrazado por la cintura.

- ¿Pero qué...? ¡¿Lucifer?! -dice cuando por fin logra quitar todas las plumas de su campo de visión.

- Lo siento... -susurra sin despegarse -. La cagué, y luego embarré mi desastre, lo sé, lo lamento. No fue apropósito, lo juro. Nunca quise...yo no... -levanta la mirada, mostrando confusión- ¿Qué te pasó?

La pregunta extraña a Alastor.

- ¿De qué hablas? No tengo nada.

Sin contestar, Lucifer suelta su agarre, para luego acariciar la mejilla de Alastor y limpiar la lágrima que hace un rato había derramado.

- Tu nariz está roja, tus ojos también y tus mejillas mojadas. ¿Por qué lloraste?

Nunca pensé que sería tan observador.

- Estoy bien -aparta a Lucifer de él, pues todavía se siente incómodo por lo que pasó la última vez, cosa que no pasa desapercibida por el rey y hace que le dé una dolorosa punzada en el pecho -. ¿Qué haces aquí?

- Yo...solo...quise disculparme por...,espera, lo tengo escrito en alguna parte -palpea su abrigo en busca de su discurso, y cuando lo encuentra, desenvuelve el largo papel que es, y comienza a leer- Alastor, quiero expresarte mis más sinceras disculpas. Me comporté cómo un imbécil y jamás debí tratarte así. Quiero comunicarte que estoy muy arrepentido y que nunca busqué...Oh, espera, éste es el borrador ochenta y cinco, éste no es el que debía leer.

Lucifer se da la vuelta, dirigiendose a la cama de Alastor, donde está esparcidas miles de cartas y hojas en blanco. Allí, busca algo en específico, pero después de unos minutos, se da por vencido.

- Agh, olvídalo. Pasaré a lo siguiente, eh... -toma otro papel de su saco, leyendolo velozmente- ¡Sí! ¡Los regalos! Eh... -no quiere volver a buscar en el desastre que dejó en el dormitorio del ciervo, entonces, solo lo hace aparecer en su mano- Éste es el primero, es por levantarte la voz. Es una radio, un modelo bastante antiguo. Creo que te gustará.

Alastor está a punto de protestar pero Lucifer toma la caja y se la da en las manos antes de que lo haga.

- El segundo es por tirar tu escritorio, que por cierto, ya lo remplacé por otro, no sé si lo viste. Igual no importa -habla tan rápido que apenas las palabras tienen coherencia- Un toca discos.

Le vuelve a entregar el regalo en sus manos.

- El tercero es por acercarme más de lo que debí, sé que no te gusta que invadan tus espacio.

Y así, Lucifer continuó con más y más regalos, casi sepultando al demonio radio de tantos que son. Alastor simplemente no puede creer las cosas por las cuales se disculpa, alguien normalmente solo daría una disculpa en general, pero él se disculpó casi hasta por respirar demasiado fuerte cerca de él.

- Y, por último, las mil novecientas setenta y dos cartas de disculpas que llevo escribiendo desde que sucedió todo...eso -señala una pila enorme de cartas que se encuentran al lado de la cama del pecador-. Digo, mi meta eran dos mil cartas, pero llegaste más rápido de lo que esperé... -mira apenado a Alastor, quien se cansó de cargar tantos regalos y decidió sentarse, colocando todo a su alrededor.

Realmente, el ciervo se queda en silencio por un buen rato, sin saber qué decir.

- ¿Y...qué piensas? -dice el rey, ya incómodo por el silencio- Es decir, no estás obligado a perdonarme, no te culparía si no lo hicieras, pero, espero que...al menos aceptes los obsequios.

Tarda en reaccionar, pero después de eso, Alastor comienza a reír a carcajadas, bastante fuerte, lo cual pone tenso a Lucifer.

- ¿Eso qué significa?

Cuando la risa cesa, Alastor lo mira con una sonrisa más amplia de lo normal.

- Que sí, estoy de acuerdo, la cagaste muy feo, fuiste un total idiota. Pero, también estoy muy agradecido. Por supuesto que te perdono.

La sonrisa de Lucifer aparece de un segundo a otro, siendo totalmente amplia y genuina.

Me perdonó. ¡De verdad lo hizo! ¡Lo logré!

Lucifer se lanza a abrazar a Alastor, haciendo que ambos caigan entre los tantos obsequios que le dió.

- Ah, y no creas que me he olvidado de que lloraste -dice todavía amable.

- No tiene importancia. Tan solo un imbécil que se creyó muy inteligente.

Se separan de entre ellos, para sonreírse y comenzar a hablar de temas triviales.

Cuando ya es demasiado noche, Alastor se retira a dormir.

Mientras Lucifer sale del edificio, con una sonrisa complacida mira hacia el cielo infernal.

-Voy a matar a ese hijo de perra.

Él lo sabe todo - AppleRadioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora