VII

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La tensión en todo el infierno es casi palpable durante estas últimas dos semanas. ¿Y cómo no?
Un mes y tres semanas han pasado desde aquel trato con Lucifer, es decir: el exterminio era lo más próximo. Preocupante para muchos, conveniente para otros pocos.

Pero, volviendo al trato con Lucifer, las cosas se han vuelto más interesantes con el gobernante.

—¡Y la clase trabajadora de patitos! –presenta al último grupo social de patos de hule.

Sí, muy interesante...

—¿Y cuál es la diferencia de la clase media? –el ceño de Lucifer se frunce, pero antes de poder soltar algún reclamo, Alastor agrega —De la actual, no los de la edad media.

Así es, ahora es todo un experto en las clases de pato que tiene Lucifer, desde la clase baja del siglo I, hasta la alta de la edad media.

Al menos eso lo distraía de su creciente estrés.

—Oh, ¡que gran pregunta, amigo mío! –precedie a tomar cada pato de la clase media actual y la clase trabajadora actual.

De verdad se nota su felicidad al saber que alguien de verdad puso atención en sus patitos y que en ningún momento solo dijo "son solo patos" (aunque sí lo llegó a pensar).

Al terminar de hablar de cada detalle de sus figuras de hule, Alastor asiente en señal de comprensión.

—Ustedes los ángeles parecen estar obsesionados con la edad media.

No es la primera vez que esta famosa temporada de la humanidad es mencionada entre ambos, claro que no, al parecer, el cielo, o al menos los serafínes, estuvieron muy satisfechos con las prácticas de esas épocas.

—Puede ser porque hacían todo lo que ellos consideraban correcto en nombre de Dios. Fueron muy violentos en esa época, así que no quedaba más que hacer caso a al ley o ser castigados en nombre de la iglesia.

Un corto silencio se instala entre ellos.
Lucifer odia cuando eso pasa.

—Oye, este... –se aclara la garganta —¿Puedo preguntarte algo?

Alastor lo mira curioso, con una ceja levantada.

—La pregunta correcta es: ¿se la podré contestar?

El soberano no parece darle importancia a su comentario.

—¿Quiénes son los que te dan armas celestiales?

Wow, sin rodeos...

—Disculpe, majestad, no puedo responerle eso –allí está, cada vez que lo llama "majestad", es que algo quiere evitar.

—Ay, por Satán, no me digas que ahora eres leal a tus clientes.

—Más que ser eso, alteza –dice —, tengo un trato con tales clientes tan exóticos. Estaría violando el acuerdo que acordamos.

Lucifer comienza a reclamar su comportamiento, soltando argumentos de porqué debería decirle, pero Alastor lo ignora por completo, pues alguien lo llama.

O, más bien, algo.

Su sombra se empieza a mover con inquietud, llamando su atención.

ESA señal.

—Disculpe, su majestad...

—Lucifer –corrige irritado.

—Majestad, Lucifer –continúa, haciendo caso omiso a la mueca que se forma en el rostro del más bajo —. Veré que puedo hacer para darle nombres, hablaré con mis clientes, pero no le prometo nada.

Con clara satisfacción, Lucifer sonríe.

—Si me disculpa, majestad –toma su abrigo color vino, y lo lleva en su brazo, saliendo de la oficina.

—¿A dónde vas? –Lucifer lo sigue por detrás hasta el primer piso, dónde se encuentran al insolente IMP del otro día.

—Tengo que hacer unos negocios urgentes, señor. Le pediré de favor, que no me siga. Es algo personal.

La respuesta no parece gustarle a Lucifer, y su mueca lo hace notorio, pero no puede reclamar nada, después de todo, no tiene una posición importante en la cabeza de Alastor cómo para pedirle que no se vaya, o que no lo deje...

—De acuerdo, ¿me puedo quedar en tu oficina?

Algo extrañado, Alastor lo observa por unos segundos, con la mano posada en la perilla de la puerta principal, pensando su respuesta.

Pues, no tiene nada de vital importancia allí, ni nada que lo perjudique, todo eso se encuentra en un lugar más íntimo para él.

—Por supuesto,...Lucifer –se siente un poco raro llamarlo por su nombre, pero a la vez, satisfactorio.

En cuanto el pecador sale, Lucifer y el IMP (que recientemente Lucifer descubrió que su nombre es Blitzø, por sus charlas con Alastor) se dirigen miradas de desprecio, y se dan la espalda uno a otro, cada quien, volviendo a una oficina.

【...】

—¿Esto es una maldita broma? –exclama ofendido Alastor, mirando al ángel frente a él —. ¡Respondeme, Lute!

La mencionada no podía hacer más que bajar la cabeza y evitar su mirada.

—N...no, eso fue lo que Sera envió, lo juro.

Alastor suelta múltiples quejidos, agitando el papel en su mano y releyendolo una y otra vez, cómo si eso fuera a cambiar su contenido.

"Tu carta ha sido recibida, Abiel.
Antes que nada: que alegría volver a saber de ti después de tanto.
¿Cómo te trata el infierno?

Respondiendo a tu pregunta:
Tu decisión me parece correcta, mientras respetes los límites de tu juramento, tienes el permiso del cielo.

Por cierto, estate atento el próximo exterminio. Te brindaremos la ayuda que solicitaste. Se paciente.

Atentamente: Sera"

¿Es en serio que le está haciendo eso? Literalmente no respondió nada de lo que preguntó, nada más le dió un "es tu trabajo, arréglate tú. Ah, y además te voy a dar más trabajo", oh, bueno, lo último no era seguro, pero podría jurar que le traerá más problemas.

Da un último suspiro para luego mirar a la ángel exterminador junto a él.

—Gracias, Lute. Te arriesgaste mucho para traer ésto. Te agradezco.

La joven da un asentimiento cargado de puro orgullo de sí misma. Luego, se retira por un portal al cielo.

Alastor vuelve a mirar el papel en su mano.

¿La ayuda que solicitó? Si no la escribió, seguramente era un objeto. Armas no serían, eso no lo ayudaría en nada.
¿Un papel? Es probable, pero, ¿por qué no enviarlo con Lute?

¿Qué sería? No algo bueno, de seguro, no tiene tanta suerte...

Agh, ¿ahora en qué te metiste, Abiel?
Piensa para sí mismo.

Él lo sabe todo - AppleRadioWhere stories live. Discover now