XVIII

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No tiene tiempo para lidiar con ésto, simplemente no lo tiene.

Tratar con un ataque de ira de Vox hacia su reciente mejor amigo no es algo que tenga ganas de hacer.

"Es un peligro", "controla a tu mascota" y "sí no haces algo yo lo haré", fueron las frases célebres de su conversación.

Poco le importaba, al contrario de lo que alguno pensaría, acumuló algo de enojo en contra de Vox, ¿quién se creía él para opinar sobre su relación con el rey del infierno?
Ese enojo se acumuló tanto que terminó echándolo lejos de su hogar.

Con un suspiro pesado, controla sus emociones, volviendo a su imagen tranquila que porta siempre con elegancia.

Estoy cansado.

Vuelve a dentro de su departamento.

No prestó mucha atención a lo que Vox le gritó en el oído hace un par de minutos, pero tiene curiosidad. Le preguntará después a Lucifer, porque, claro, ¿quién se creía él para tratarlo de débil e ir a defenderlo contra algo que tenía bajo control? Está agradecido, por supuesto que lo está, pero ese acto dió un fuerte golpe en su ego.

Mientras camina por el interior de su hogar, nota un par de plumas negras tiradas por el suelo.

Genial...

-Me cago en todo -susurra, pues sabe perfectamente lo que viene después.

-Hola, Abiel -resuena una voz masculina de fondo-. Oh, disculpa, quise decir: Alastor.

Suelta un suspiro, esforzándose más para sonreír.

-El día que aprendas a tocar puertas voy a bailar sobre una nube de chocolate -dice con burla.

Dirige su vista hacia la puerta principal, observando la figura angelical apoyada sobre ella.

-Por más que quisiera ver eso, no tengo ganas de aprender.

La presencia celestial se acerca lentamente a Alastor, dejando que sus enormes alas negras se paveneen, soltando plumas por todos lados.

-Tú vas a limpiar eso -señala las plumas con la cabeza.

Él no parece darle importancia, pues cuando está frente a frente con el pecador, se queda en silencio, observándolo.

-Ya, vamos, hazlo -dice Alastor.

Cómo si hubiera estado esperando esas palabras, se lanza rápidamente a abrazarlo, apretándole fuertemente.

-Te extrañé mucho, hermano -susurra, tratando de mantener su voz a raya, sin quebrarse.

-También te extrañé, Azrael -lentamente, le devuelve el abrazo, no apretandolo tanto cómo el mencionado a él, pero devolviendo el gesto a fin de cuentas.

El ángel se separa y comienza a examinarlo de arriba hacia abajo, como si buscara alguna señal de lesiones.

-¿Cómo haz estado? ¿Estás lastimado? ¿Cómo te sientes?

La preocupación de Azrael es casi dolorosa para Alastor, pues siente que no merece ese cariño, no después de todo el desastre que le causó, a él y a los demás ángeles.

-Nada que no pueda manejar.

Aunque a Alastor le urge saber el asunto por el cual su hermano vino a visitarlo, no quiere cortar su emoción de verlo, después de todo, es su hermano menor, al cual le hizo falta durante demasiado tiempo.

Hablaron toda la madrugada, desde que se encontraron hasta poco antes de la mañana, conversando cosas sin verdadera importancia.

-Oye, enano -habla Alastor-. ¿Sera sabe que estás aquí?

Azrael parece exaltarse.

-Oh, sí, eso. Claro que lo sabe, ella me envió -busca entre sus bolsillos.

El pecador ciervo no puede estar más confundido.
¿Por qué Sera querría hablar con él? Es decir, hay muchas razones, pero quiere la específica.

-Toma -saca un pequeño pergamino de su saco, extendiendolo a su hermano.

Ah, cómo les gusta escribir a lo innecesario.

Alastor gira los ojos, tomando el objeto y leyéndolo.

Realmente no puede creer lo que lee. Es casi imposible que Sera sea la que escribió eso.

-¿Estás seguro? -Mira al ángel de la muerte, dudoso.

-Son órdenes directas de padre -dice claramente emocionado.

Una audiencia con él es lo que solicita la carta. Otro juicio celestial, en donde determinarían si es merecedor de volver al cielo.

El corazón del pecador ciervo se llena de felicidad. Eso significa el perdón de su padre, del que abusó de su confianza hace años. Significa volver a ver a sus compañeros ángeles, volver a estar con su hermano y recuperar su perfecta vida antes del infierno.

No hay ninguna razón para rechazar.

-Tan solo tienes que firmar, hermano, y se pondrán en contacto contigo para hacer el juicio -los ojos de Azrael brillan con ilusión-. Todo volverá a ser cómo antes, Abiel, por favor -de sus propias alas, arranca, con dolor, una de sus plumas y se la da a Alastor para que pueda firmar con la sangre angelical que escurre de ella.

Lee una y otra vez el papel, cómo si lo que está escrito no fuera real.

No duda ni un poco, el deseo de volver con su hermano menor es más grande que cualquier otra cosa que lo mantenga en el infierno. No puede perderse más de la vida de Azrael, no cuando tiene la oportunidad de estar con él.

Con rapidez, firma el pergamino, sin duda alguna.

La alegría no cabe en Azrael.
¡Podría volver a estar con su hermano! Claro, si el juicio sale bien, y claro que lo hará, después de todo, él es inocente.

-¡Perfecto! -El objeto es tomado por el ángel, quien rápidamente lo guarda en su saco.

Le da un último abrazo a Alastor, pero no es una despedida, es más bien un "hasta pronto".

Con eso, Azrael abre un portal hacia el cielo, despidiéndose de su hermano, y marchándose con prisa, antes de que recuerde que dejó un desastre de plumas negras.

Al quedarse solo, Alastor suelta un suspiro cansado, con unas ganas de irse a dormir que nunca había experimentado, aunque no es que pueda de todas maneras.

Comienza a recoger todo el tiradero de plumas, asegurándose de no dejar ni una sola.

Hace mucho no veía unas alas tan cerca.

Las plumas de las alas siempre fueron tan suaves...cómo extraña sus alas, blancas, al igual que él resto de los ángeles, a excepción de Azrael, por ser el ángel de la muerte.
En caso de que recupere sus alas, ¿qué tan alto podría volar? ¿Todavía recordaría cómo volar?
Tal vez pida que le ayuden a volar de nuevo. Hablando de eso, ¿Lucifer todavía conservaría sus...?

Mierda. Lo olvidó por completo.

¿Cómo mierda iba a explicárselo a Lucifer?

Él lo sabe todo - AppleRadioNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ