4. Cuerda floja

1.3K 152 4
                                    

Para el lunes y debido al exceso de trabajo con el que Joseph Storni convivía, había olvidado momentáneamente lo ocurrido el viernes por la tarde con su nueva secretaria y, aunque sí pensaba en ella, su lado obsesivo había quedado de lado, al menos por algunas horas.

Ese lunes tuvo que asistir a una reunión con los Asesores y llegó más tarde de lo habitual a su oficina. Cuando ingresó por la puerta, sus ojos se encontraron con Lexy, quien leía en silencio una revista que las dependencias ofrecían.

—Señorita Bouvier —saludó cuando ingresó y la joven brincó asustada en su posición.

—Buenas tardes —saludó ella y se cubrió la boca al obviar su atrevimiento—. Lo siento, bu-buenos días —arregló el saludo y se levantó para seguir a su jefe con un suave trote.

—Buenos días, ¿todo está en orden? —interrogó Joseph sin mirarla.

—Sí —contestó ella con seguridad y miró su escritorio por encima de su hombro—. Bueno, no...

Storni levantó la mirada para observarla y se perdió en su cabello lacio y opacos ojos. De algún u otro modo, la joven le sonreía de oreja a oreja, pero todo en ella parecía triste, como una flor marchita.

—Soy todo oídos, Señorita Bouvier —contestó Storni y se sentó en su escritorio, admirándola con nervios.

Lexy miró el entorno con grandes ojos y se sintió poco cómoda en la oscura, pero elegante oficina privada del hombre.

—No sé qué debo hacer. Sé que soy su secretaria, pero no conozco mi trabajo —musitó la tímida joven y se mordió el labio inferior.

Ante ello, Joseph brincó desde su silla, emocionando por las pequeñas insinuaciones inocentes de la chiquilla que no dejaba de admirarlo con grandes ojos.

"Esos ojos dicen fóllame y en cuatro patas, por favor". —Molestó su conciencia y Joseph caminó hasta el escritorio de Lexy, ignorando todo lo que estaba ocurriendo a su alrededor.

—A ver linda, aquí trabajamos ingresando documentación en el sistema de la empresa —musitó y notó las mejillas rojas de Lexy, quien se intimidaba por el modo en que su jefe la trataba—. Te traerán al menos cien informes diarios y debes ingresarlos en nuestro sistema.

—Vale —contestó ella, tocándose el cuello dolorido.

—Te voy a asignar una clave y... —Guardó silencio cuando el teléfono de la oficina timbró y se levantó desde la silla de Lexy para coger la llamada—. También debes atender mis llamados, revisar y organizar mi agenda —acotó antes de levantar el auricular.

Lexy movió la cabeza en aprobación y sonrió conforme ante lo dócil que el hombre sonaba y, desde la distancia soñó despierta algunos minutos, imaginándose a ella misma como la eficiente secretaria, además de guapa, muy delgada y con elegante ropa. Lo interesante de sus sueños era que, en su vida paralelara, no estaba casada ni maltratada y Esteban no inundaba sus pensamientos ni miedos.

—Bien, Lexy, vamos a continuar, debo salir a un almuerzo importante y no quiero retrasarte —interrumpió Storni y Lexy volteó para mirarlo con curiosidad—. Te voy a explicar el uso de nuestro sistema y te dejaré la mañana libre para que te familiarices con los archivos e ingreso de informes.

—Sí, señor —obedeció ella con la mirada oculta.

—En la tarde puedes empezar a registrar los contratos y a revisar mi agenda para el martes. ¿Alguna pregunta? —investigó para saber si la joven lo entendía.

—No-no... creo que no —contestó ella con inseguridad y sonrió por igual—. ¿Puedo llamarlo si surge algo?

—¿Algo? —curioseó él y aprovechó el descuido de Lexy para mirarle el culo.

Siempre míaWhere stories live. Discover now