43. Piensa en ti

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Se perdió en su boca diestramente y laminó sus labios con desvergüenza, empeorando la situación, haciéndola más viva. Lexy aprovechó de la cercanía para abrazar su cuerpo y enredar sus piernas por su espalda, pero el hombre se deshizo rápidamente de ella y la dejó tumbada en la cama, caliente y alborotada.

—Vístete, vamos a viajar —musitó, quitándose la bata blanca que cubría su cuerpo.

Lexy se quedó sorprendida cuando lo encontró desnudo ante ella, erecto y sinuosamente placentero. Quiso lanzársele encima como una loba hambrienta, pero Storni caminó a su lado sin dedicarle mirada y buscó su ropa con prisa.

Se vistió en cuestión de segundos y le dedicó una fría mirada a la muchacha desde la puerta de entrada, con los manos en los bolsillos y una actitud relajada que a Lexy la inquietó.

—¿Y a dónde vamos a ir? —preguntó y evitó pensar en la tensión que Joseph le transmitía, mientras se vistió con ligereza.

Se acomodó unas holgadas calzas deportivas negras y una sudadera que escondió toda su figura. Los hombros se le delinearon con delicadeza y a Joseph se le dibujó una placentera sonrisa en toda la acara. Le encantaban sus detalles físicos y se perdía entre sus muecas infantiles.

Se tuvo que palmear las mejillas para despertar del aturdimiento al que Lexy lo sometía y tuvo el valor para responder algo sensato.

De pronto se había quedado hipnotizado bajo su refulgente hechizo.

—Tengo un lugar no muy lejos de aquí que nos va a entregar paz y descanso —explicó tranquilizado y ayudó a Lexy a reunir sus pertenencias para guardarlas en su maleta—. Te gusta el campo, ¿verdad? —preguntó, ansioso por su respuesta.

La joven dejó la maleta ya organizada en el suelo alfombrado y le dedicó al hombre una divertida mueca que lo hizo sonreír.

Lexy tenía la respuesta perfecta para esa pregunta y aunque no sabía bien cómo explayarse, lo hizo exitosamente cuando se concentró en la oscura mirada de Joseph, en sus sentimientos hacia él, en las cosquillas que encendía en su cuerpo y el apetito inusual que le causaba.

—Me gusta si estoy contigo —jadeó nerviosa y al escucharla, el hombre se derritió por entero.

No pudo evitar compararla con Laura, quien odiaba el campo, la playa e incluso la ciudad. Nunca estaba conforme con absolutamente nada y siempre tenía serios problemas para complacerla, pero a Lexy no le importaba nada, solo si estaba junto a él y empezaba a creer que nunca nadie había sido tan honesto y puro para con él.

"¿Podemos dejar de compararla con la Srta. Cheque?". —Molestó su conciencia, refiriéndose al viejo apodo que su hermana Emma tenía para su exnovia Laura, quien solía callarse y ponerse romántica cada vez que recibía un cheque—. "Ya tenemos claro que Lexy no se parece en nada a Laura. Lexy es única y mira que tierna nos salió". —Jugó y el hombre tuvo que aguantarse una risotada cargada de ternura que le nació desde el fondo de la panza.

—Nunca me ha gustado venir a esta ciudad, siento que cuando estoy aquí regreso a mi pasado, pero contigo me olvidé de todo. Ahora, cada vez que vuelva aquí, no recordaré mi pasado ni mis problemas, te recordaré a ti, Lexy Bouvier —confesó y la joven se rio también, feliz de saber que ahora ocupaba un lugar en su vida, en su historia.

Abandonaron el lujoso hotel a la brevedad y viajaron por una extensa carretera que poco a poco fue cambiando sus tonalidades grises y cubiertas de edificios y fábricas, por un entorno más verde, más silencioso y armonioso.

Lexy se colgó de la ventana con los brazos y admiró el ambiente maravillada. Los amplios prados parecían no tener fin y las altas y elegantes casas coloniales destacaban con sus colores carmesí que relumbraban bajo el sol del verano.

Siempre míaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora