12. Lo que Storni quiere

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Lexy dominó la cocina con su gracia para la misma y Joseph fue participe de cada movimiento de la chica. Intentó mantenerse lejos y con las manos quietas, memorizando los buenos consejos que Lexy le entregaba a la hora de condimentar o asar algunas presas de carne.

No comieron pavo, pero sí un buen filete que Lexy preparó con verduras asadas y que llevó a la mesa junto a una gran copa de helado que ella misma había elegido desde la surtida nevera de Storni.

Se comió el postre antes que la comida y, no obstante, Joseph la regañó en algunas oportunidades, ella desobedeció con gracia y diversión.

Comió relajada y disfrutó de la charla que su jefe le ofreció, donde evitaron hablar de sus actuales problemas y se centraron en sus futuros y nuevas metas.

Casi a las ocho de la noche y percibiendo lo cómoda que ella se sentía con la tranquilidad que Joseph le ofrecía, se atrevió a llamar a su abuela para pedirle ayuda en tan incómodo momento.

La anciana se alegró de oír su voz, pero se preocupó cuando su nieta le pidió que la cubriera durante todo el fin de semana con sus padres y novio, ese que nunca había logrado convencerla.

—Si Esteban te llama, no contestes y si va a verte, no abras la puerta —dijo y la anciana suspiró al otro lado de la línea.

—Tienes que presentarme al nuevo galán —reclamó la anciana y Lexy rio nerviosa a través de la línea—. ¿Cómo se llama?

—Abuela...

—Sabes que soy de confianza —aseguró la mujer.

—Es mi jefe —dijo Lexy, mirando en todas las direcciones.

—¿Storni? —preguntó la mujer con alegría. Lexy le dedicó un suave "ajá" por la línea—. Mis predicciones nunca fallan, tengo que agradecerle a la "Pachamama". Guapo llega en primavera y se lleva al novio a la tumba en invierno.

—¿De qué estás hablando? —preguntó Lexy, confundida con las ridiculeces que su abuela le transmitía por el teléfono.

—Yo me entiendo, mija, tú no te preocupes por nada, yo te voy a cubrir con todos. Pásala bien, lo mereces —le dijo cariñosa.

Ella dejó caer el auricular del teléfono de Joseph con cuidado y se quedó pensando en las palabras de su abuela y la amabilidad que la mujer siempre le ofrecía en casos de emergencia. Pero después llegó la inseguridad y el miedo, y especuló que de seguro Esteban la estaba buscando para continuar discutiendo. Encendió su teléfono y la sorpresa la dejó con el corazón en la garganta cuando lo único que encontró fueron notificaciones provenientes de Joseph Storni.

"Alguien de verdad se preocupa por ti". —Su conciencia salió para fastidiarla y Lexy gruñó enrabiada.

Odiaba cuando no era capaz de controlar las cosas y, si bien, el día anterior Joseph le había dejado bastante claro que no estaba interesado en ella, no en ese modo que ella quería —romántico—, sus correos electrónicos e insistentes llamadas la confundieron otra vez, dejándola en el punto de partida.

—¿Todo está bien? —preguntó Joseph, ingresando a la habitación con toallas limpias en las manos.

"No, claro que no, tu bipolaridad me confunde. ¿Qué quieres de mí?". —Interrumpió su conciencia.

Era claro que ambas necesitaban una explicación.

—Sí, todo bien —mintió Lexy y suspiró con los ojos fijos en la pantalla de su teléfono—. Gracias por las toallas, voy a tomar una ducha.

Cogió las toallas y marchó, cerrando la puerta detrás de ella, marcando una fría distancia entre ellos, una distancia que dejó a Joseph confundido, y es que una hora antes todo estaba bien.

Siempre míaWhere stories live. Discover now