23. Enfrentamientos y amenazas

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Joseph se marchó tras besarle los labios por décima vez a Lexy y, no obstante, le tomó mucho trabajo dejarla a solas para que desayunara, tuvo que hacerlo, pues no estaba en condiciones de ser expuesto por las malas lenguas de las mujeres chismosas de la empresa.

Ella bebió el café en silencio y repasó lo ocurrido mientras las otras personas la observaban con curiosidad. Se estaba riendo sola y tenía las mejillas sonrosadas gracias a los recuerdos que Joseph había dejado en ella.

Regresó a su oficina con una segunda taza de café para el resto de la mañana y un trozo del bollo de canela para acompañar.

Se acomodó en su escritorio con normalidad y encendió su computadora para empezar a trabajar.

Aunque sabía que estaba postergando lo inevitable, no pudo enviar el mensaje que le había escrito a Esteban y decidió que lo mantendría entre sus archivos hasta una nueva oportunidad.

"¿Una nueva oportunidad? ¿De qué narices estás hablando?". —Preguntó su conciencia con ira.

Lexy suspiró fatigada e hizo oídos sordos a su conciencia, esa que a veces intentaba traerla de regreso a la realidad.

Realidad que Lexy evitaba a como del lugar.

"Si estás intentando proteger a papá por el crédito bancario que le prestó a Esteban para que comprara más drogas, estás mal, flaca. La policía igual los va a descubrir y si los papás se enteran antes, podrán estar preparados ante cualquier malentendido. Es un mundo pequeño y tú eres la única que puede tomar una decisión". —Habló y Lexy se quedó mirando a la nada mientras se escuchaba a ella misma en tan difícil problema que la enrollaba.

"No sé qué hacer". —Se dijo a ella misma y se relajó en la silla para pensar mejor.

"Sí sabes qué hacer: Joseph ya te brindó su apoyo. Dijo que le avisaras ante cualquier inconveniente con Esteban". —Insistió su conciencia, recordándole la conversación del desayuno.

"Tienes que enviarle ese mensaje a Esteban, tienes que decirle que sus juegos se acabaron y que ya no vas a ser parte de sus mentiras y malos tratos". —Continúo y la joven se armó de valor para hacer lo correcto.

Se agachó para buscar su cartera y la registró con prisa, ansiosa por terminar con esa angustia que le quitaba los sueños y, tras revisar el mensaje que había escrito para su prometido, lo modificó un par de veces y lo envío sin antes darle una miradita a Joseph.

Esa mirada le hacía sentir segura. Joseph estaba allí para ella.

"¿Me escribes tres días después y para disculparte? Esta vez no voy a aceptar tus disculpas. Me golpeaste tanto que terminé en el hospital y con más mentiras en la bolsa. Esta noche hablaré con mis padres y les diré la verdad, a lo que verdaderamente te dedicas. Nuestra relación dejó de funcionar hace mucho y, la verdad es que ya no necesito seguir sintiéndome así, tan asustada y desnuda que, ya empiezo a creer que no valgo nada. Lo mejor es que sigamos caminos diferentes. Gracias, me has ayudado a entender muchas cosas y espero que seas muy feliz".

La muchacha repasó su mensaje y se sintió segura de sus palabras.

Lo envío sin titubear y se sintió más aliviada cuando el mensaje figuró como enviado y recibido.

Apagó su teléfono para evitar las insistentes futuras llamadas del joven y se concentró en el trabajo que tenía pendiente, puesto que el viernes se había ausentado.

Estuvo tranquila hasta el mediodía, hasta que Anne Fave apareció por la puerta, charlando con calidez junto al Gerente General de la empresa. Ella lo reconoció de forma inmediata. Lo había visto en la reunión de la mañana.

Siempre míaWhere stories live. Discover now