57. Cuerpo y alma

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Desde allí, la mañana fue amena y durante el resto del día la habitación de Lexy se colmó de flores, globos y personas que fueron a visitarla cuando se enteraron de su desgracia. Entre ellas se dibujó la figura de Anne Fave, quien demostró que estaba de su lado y le brindó a Joseph información relevante sobre el ataque, pues sus contactos más cercanos trabajaban en el departamento de seguridad de la ciudad y durante la semana le podrían prometer copias de las grabaciones de las cámaras municipales que se hallaban instaladas por la zona, las cuales cumplían el fin de controlar el tráfico, pero que también serían útiles en este caso.

Lexy estuvo perpleja durante su visita y es que, en su mundo, no existía tanta amabilidad ni preocupación, ella acostumbraba a enfrentar todos sus problemas sola y fue entonces cuando comprendió que era más fuerte de lo que pensaba.

Emma se entretuvo haciéndole las uñas y le dibujó diferentes flores en cada dedo, entregándole un aire más femenino a su olvidada mano. Por otra parte, sus padres estuvieron a su lado cada minuto, observando boquiabiertos lo importante que era su única hija para otros y lo abandonada que ellos la tenían.

Lexy agradeció a cada persona que la visitó, entre ellos, el guardia de seguridad con el que había hablado el día anterior y se sintió emocionalmente agradecida por ser recibida en una familia tan grande y humana como lo era Open Global.

El gerente de la empresa la llamó y se contactaron gracias a Anne, quien se encargó de conseguir algunos privilegios para la joven practicante, entre esos, un apoyo económico para que pudiera acceder a un abogado y algunos días libres para que la muchacha terminara la denuncia en contra de su atacante.

Si bien el día estaba siendo perfecto, para la tarde la cosa se oscureció otra vez y es que los padres de Esteban aparecieron por la puerta y Joseph supo de inmediato qué era lo que querían.

Se disculparon con Lexy por lo ocurrido y se sintieron avergonzados del enredo causado, pero buscaron de inmediato salvarle el pellejo al muchacho, respaldando su versión de los hechos y la declaración que le había brindado a la policía.

—Retira la denuncia, Lexy, no vamos a conseguir nada sano con todo esto —exigió el padre del joven y la aludida titubeó, intercalando miradas entre sus padres, Joseph y Emma, quienes parecían irresolutos con la absurda petición—. Y entréganos el dinero que le enviamos a tu padre, sabemos que tú lo tienes.

—Yo no tengo nada —siseó Lexy, con la lengua entumecida dentro de la boca—. Él no me entregó ni un peso.

—No te hagas la mosca muerta, niñita, devuélvenos la plata, la necesitamos para pagar la cirugía de nuestro hijo —lloriqueó la madre de Esteban y Joseph entendió a la perfección su referencia.

Lexy se rio de nervios y negó con la cabeza, un tanto aturdida por los efectos de los sedantes y antibióticos que recorrían su cuerpo, además de las referencias de su exsuegra, esa que la miraba con odio desde la altura y que le ofrecía desaires cada dos minutos.

—Disculpe, señor Campusano, hablemos en privado —pidió Joseph, acercándose a él con seriedad.

El hombre lo miró de pies a cabeza y aunque no estaba de acuerdo, siguió su invitación, esa que lo instigaba a salir de la habitación en que Lexy reposaba. Para su sorpresa, el padre de Lexy se unió a él a modo de respaldo y los acompañó en esa conversación atiborrada de tensión.

—Lexy no se siente muy bien, usted entenderá que su hijo la apuñadó dos veces y una de las heridas fue en la espalda, por lo que esta con calmantes para el dolor y antibióticos fuertes para evitar cualquier tipo de infección —afirmó Joseph y la madre de Esteban abrió enormes ojos y la cara se le puso roja, pues nada le molestaba más que escuchar la verdad—. Sí tiene algo que exigir, dígalo ahora que está presente su padre —refirió al progenitor de la muchacha quien les dedicó mirada ofendida y se cruzó de brazos encima del pecho.

Siempre míaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora