4. Falta de aire.

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«Déjame amarte»

Escrito por Blair Johnson

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Observo el manuscrito en mis manos mientras espero que la conexión en Skype se establezca. ¿Cuánto tardé para escribir este libro? ¿Cuánto sudé, me esforcé, corregí? Ya ni puedo recordarlo. Desde que comencé a escribirlo, había dejado en claro una cosa y solo una cosa: este libro se publicaría. Se distribuiría por todas partes, y muchas personas lo leerían. Pensé en auto publicar. Pero cuando buscas en internet acerca de ello, las páginas que salen son decepcionantes. Unas, son editoriales disfrazadas de negocios, en las que uno tiene que pagar todos los gastos de la fabricación y distribución de los ejemplares. Otras, son opiniones acerca de la auto publicación. Leí mil y una páginas acerca de ello. Lo único que se me quedó grabado en la mente fue «No hay publicidad». El libro solo estará en internet, esperando a ser comprado a menos que yo haga publicidad propia.

El libro no se distribuirá en las librerías. Y lo que más deseo, es ver mi libro siendo leído por las personas. Deseo pasar por una librería y ver mi libro en un estante. Deseo que la gente me reconozca en la calle como la ingeniosa autora que escribió aquella obra.

Toco mi collar de atrapa sueños que tanto valor me da en los momentos difíciles, y respiro profundo. El camino es largo y tormentoso, pero por lograr mi sueño, vale la pena el esfuerzo. No importa por cuanto sufrimiento tenga que pasar ni cuánto tiempo me tarde. El sueño de ver un libro escrito por mí en una estantería junto a otras grandes obras, se hará realidad sin importar lo que me cueste.

Una voz me saca de mis pensamientos.

¿Hai? (¿Si?)

¡Ha establecido conexión!

— ¡Kohana! —exclamo, entusiasmada de ver a mi amiga al otro lado de la pantalla. Analizo su imagen. Su cabello sigue tinturado de blanco tal como el día que la conocí, y sus ojos rasgados de color castaño me miran fijamente. Su rostro es delicado y sus facciones son bien definidas. Hace un año terminamos la universidad, pero siento como si hubiera pasado una eternidad.

Al verme, el rostro de Kohana se ilumina.

— ¡Blair! ¡Al fin te contacto!

— ¡Kohana! ¡Estoy muy feliz de verte! —exclamo con una alegría inmensa. Tanto que llega casi al nivel de la euforia. Algunas lágrimas se desbordan de mis ojos, llenas de emoción.

— ¡A-Ah! ¡Blair, tranquilízate! —exclama ella al verme llorar.

Después de graduarse de la universidad, Kohana volvió a Japón. Estuvo aquí mientras terminaba la carrera junto conmigo, pero en cuanto nos graduamos, su tío le informó que debían volver a su país. Y ella no tuvo más remedio que aceptar. Por más que hubiera pasado algunos años en este país, su hogar es y siempre sería Japón.

—Lo siento—digo, apenada. Saco una toallita húmeda de un paquete que se encuentra sobre la mesa de noche, y retiro las lágrimas de mis ojos. Luego me llevo la toallita a la nariz, y me limpio sonoramente.

— ¡Agh! ¡Qué asco!

Río sonoramente. Ella odia que me suene la nariz de manera tan ruidosa.

—Lo siento... es que estoy muy feliz de verte—me excuso.

Kohana sonríe, y por su mirada puedo saber lo que pasa por su cabeza. Ella sabe perfectamente como es mi habilidad para relacionarme con las personas, y ya sospecha que no he hecho amigos nuevos desde ella. En la universidad, Kohana y yo andábamos juntas a todas partes, y aunque tuvo la oportunidad de irse con otras personas, se quedó a mi lado. Eso es algo que nunca podré pagarle.

Corazón de papelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora