23. La recompensa del perdedor.

5.9K 503 39
                                    


El juego comienza. Al principio no pasa mucho, y Alex no parece interesado en el juego a pesar de que aposté la tiara. Solo mueve fichas por aquí y por allá sin mucho interés. Yo, por mi parte, pongo todo mi esfuerzo en armar una buena estrategia. Comienzo a sumirme en el juego, y para mi sorpresa, Alex también lo hace. Mira las fichas con detenimiento, e incluso se sienta de una manera más cómoda.

No permito que el silencio domine. Mientras muevo un alfil, comento:

— ¿Y a dónde iremos?

Gruñe.

—No has ganado.

—Aún.

— ¿Y qué te hace pensar que ganarás? Eres pésima en este juego—comenta.

Sorprendida por su audaz comentario, frunzo el ceño.

— ¿Y tú qué sabes?

—No sabías que fichas arrancaban primero.

Le lanzo una sonrisa nerviosa. No puedo decir nada acerca de eso. A decir verdad no soy una experta en el ajedrez, pero quería animarlo de alguna manera. Aunque debo admitir que esta no fue mi mejor idea.

—Eso no significa que sea mala. En todo caso, si yo ganara, ¿A dónde querrías ir?

—No vamos a ir a ningún lado. Alice armaría un escándalo—es cierto—. Los empleados harían lo mismo, y no me interesa recorrer algún lugar de esta pútrida ciudad.

Frunzo el ceño, y él mueve un caballo.

— ¿Qué tal el campo? Podríamos ir al campo. ¿Un picnic, quizá?

—Los picnics son estúpidos—comenta mientras muevo un peón—. Además no hay manera de que ganes.

Por alguna razón siento que en su interior está considerando la idea. Quiere salir, pero no quiere admitirlo. No quiere verse rodeado de gente, y por eso el campo es la mejor opción. Tal vez quiera aislarse de todo. Seguimos jugando en silencio, hasta que minutos después lo oigo murmurar:

— ¿Un picnic? ¿En serio? —Bufa, incrédulo— ¿Qué clase de persona eres? La gente ya no hace picnics.

Sonrío. Quiere picnic, y yo lo sé.

—No es cierto. La gente aun hace picnics. Sólo que has pasado tanto tiempo recluso que crees que la gente ya no lo hace. —Entonces intento convencerlo—: No tienes que preocuparte por Alice. Habría que pensar a donde ir. No conozco mucho de Los Ángeles.

El silencio reina, y me impaciento. Alex solo mira las fichas con el ceño fruncido. «¡Por favor, habla conmigo!»

—Claro. Sería genial si conocieras algo de esta ciudad, pero como no conoces casi nada, no podrás llevarme a ningún lugar.

Pues no importa. Lo llevaría al jardín con el perro aunque sea, pero Alex sigue con su monólogo, interrumpiendo mis planes mentales.

—En cambio, yo no soy tan inútil como tú. Yo conozco sitios, e incluso una granja. Lástima que no tengas mi conocimiento.

No puedo borrar la sonrisa de mi rostro. Acaba de revelarme que quiere ir a una granja. De verdad quiere ir a una granja, y por primera vez en mucho tiempo se está dejando llevar. Está hablando. Al darse cuenta de mi reacción chirría los dientes. Sabe lo que está provocando, así que regreso la mirada al juego para reducir la tensión. Seguimos jugando en silencio, pero la emoción por su parte crece. Se ve un poco más entusiasmado por el juego, y eso me alegra. Parece que está determinado a hacerme perder a cualquier costo.

Corazón de papelWhere stories live. Discover now