44. Lo especial de los amigos.

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Canción en multimedia: Rixton - Me and My Broken Heart


Cuando salimos de la cocina, Sam no estaba cerca, pero Diana estaba rondando por allí, y empezó a reírse al vernos mientras se tapaba la boca con la mano. Alex solo gruñó. Después de asear la cocina –todo por mi cuenta porque el muy hijo de su madre de Alex no ayudó- y de desayunar, ambos tuvimos que darnos una ducha. Él insistió en entrar primero, pero logré imponerme y convencerlo de que me dejara entrar primero, con la excusa de que mi cabello necesitaba más atención. Terminó por aceptar, pero gruñó un par de veces.

Me tomo mi tiempo para ducharme y para lavar bien mi cabello. Dicen que el huevo es bueno para el cabello, pero aun así no soporto el olor. Tuvimos que desayunar llenos de harina y huevo, lo cual dificultó las cosas, sobre todo porque el olor no ayudaba. Ya es más tarde del medio día, pero no tengo ni pizca de hambre. Lo que si tengo es un cansancio monumental. Limpié toda la cocina yo sola, porque el idiota de Alex no me quiso ayudar. Puedo sentir mis músculos resentidos cuando el agua fría los remoja. Después de una larga ducha, finalmente estoy limpia y oliendo bien otra vez.

Cuando salgo del baño, Alex entra como un remolino y se encierra, pero no le hago caso. Me dirijo a la cama, dejo la ropa maloliente a un lado y me tiro sobre la cama. Mis músculos lo agradecen.

Dios, como alabo a quien inventó esta maravilla.

Cierro mis ojos por largos minutos, hasta que una voz resuena en la habitación.

— ¿Ya estás cansada? Vamos, levántate. Necesito que me sigas ayudando.

Suspiro.

—Dame un respiro. Me hiciste limpiar la cocina a mí sola.

—Eres tú quien trabaja para mí.

Touché.

Un peso se hunde a mi lado en la cama, y gruño.

—Arriba.

—Hmm...

—Blair.

—Espera un momento y ya... hm... voy...

Hago un sonido de ronquido, y el gruñe. Rio en su cara, y luego ruedo hasta quedar boca arriba. Respiro profundo. Parece que no tengo otra alternativa, ¿verdad? Después de todo, estoy aquí para trabajar.

— ¿Tienes alguna idea? —pregunto.

No contesta. Significa que no. Supongo que esta podría ser una buena oportunidad para cumplirle una promesa a un viejo amigo.

—Entonces vamos a un lugar.

Me levanto de un salto de la cama. Le pido que me siga, y lo hace, esta vez con menos resistencia que la vez anterior. Cada vez está más comprensivo, y eso me agrada. Caminamos por los pasillos y bajamos las escaleras. Mis músculos se quejan porque no han recibido descanso suficiente, pero los ignoro. Ya habrá tiempo para descansar después.

Una sirvienta nos interrumpe en el camino para decirnos que el almuerzo se nos servirá pronto, pero Alex le pide amablemente que nos lo sirva después. Seguimos con nuestro camino, hasta que llegamos al patio trasero.

Entonces Alex se frena al ver a Rocky frente a él.

—Lo siento. Tenía que traerte aquí—murmuro, mirando al pobre perro a unos metros.

Le prometí a Rocky que haría que Alex volviera a jugar con él, y cumpliré con esa promesa.

Se queda estático, mirando al perro. Sé que tal vez hice mal. La única vez que Alex mencionó al perro frente a mí fue para ordenarme que lo dejara morir. Sin embargo, confío en que solo habló dominado por su rabia con el mundo. Puede que las cosas hayan cambiado. Puede que todo sea diferente ahora. Sé que estoy corriendo un riesgo... pero quiero ver si el pensamiento de Alex sobre Rocky ha cambiado.

Corazón de papelWhere stories live. Discover now