7. Su dolor.

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Aún puedo sentir el dolor por todo mi cuerpo.

La primera clase de karate fue dolorosa. Al llegar, me presenté con todos en el lugar por petición del sensei, cosa que logré con algo de esfuerzo y técnicas de respiración. También me encontré con la sorpresa de que Sabrina era una de las «ayudantes» del sensei. Su deber es como ayudar a los estudiantes que tengan problemas en hacer ciertas maniobras o llevar a cabo algunos ejercicios. Nunca había sudado tanto como en esa clase. El karate se trata de disciplina, fuerza y resistencia. Aquella clase casi no terminó, los minutos se me hicieron eternos y por mi mente pasó la posibilidad de no volver a un lugar como ese jamás. Sin embargo, cuando me empezaron a enseñar patadas, llaves, golpes, escabullidas, inmovilización, entre otras... todo se volvió más emocionante.

Eventualmente le conté a Alice acerca de mis clases, y ella no puso objeción pero me recordó que debía estar aquí para el medio día. Las clases son en la mañana, así que no hay problema. Alex, por su parte, no ha vuelto a intentar nada contra mí, solo permanece acostado sobre su cama con ojos muertos. Rocky es otro cantar. Cada día me veo en un lío diferente para darle de comer. A veces, tengo que distraerlo con alguna piedra o palo para poder acercarme rápidamente y llenar su plato. Pero cuando el perro se percata de mi presencia, salgo corriendo como alma que lleva el diablo.

Después del fin de semana, Alice tuvo que regresar a trabajar. Parece que se había estado tomando la semana libre, pero sus vacaciones terminaron. Sus cortas, cortas vacaciones. Pero antes de eso, puso a Diana como mi reguladora. Básicamente, ella se cerciorará de que yo entre a la habitación de Alex aquellas dos horas por día estipuladas. Ahora no hay forma de que pueda escabullirme.

Y aquí me encuentro, día lunes, mientras Diana me mira con el ceño fruncido. Tiene una libreta en la mano. ¿Acaso piensa tomar nota de las horas a las que entro y salgo de esa habitación?

—Eh... ¿Es necesario esto? —murmuro, algo incómoda.

—La señora Russell me pidió que anotara las horas exactas a las que comienzan y terminan las dos horas—dice, mirándome con el ceño fruncido. Es como si simplemente no le cayera bien a Diana, y no entiendo el por qué. Voy a ayudar a su amigo, así que debería estar agradecida. «O al menos, voy a hacer el intento».

La puerta frente a mí me da algo de nervios, sin embargo ya no me parece tan misteriosa. En los días anteriores, Alex no me ha puesto un dedo encima. Solo se queda allí en la cama, y ya ni siquiera habla. Sus ojos están oscurecidos y su mente está ida. Es como si cada día su condición empeorara más, y en cierta forma siento lástima por él. Si tan solo pudiera ayudarlo, sería realmente bueno. Solo que no sé cómo hacerlo.

Para empezar, necesito que me hable. Pero supongo que para eso primero tendré que hablarle yo a él.

Tomo la perilla de la puerta, y ahora soy yo quien la gira lentamente. Poco a poco, la perilla va girándose y la puerta comienza a abrirse. No tiene seguro esta vez.

—Dos horas con quince minutos... —murmura Diana tras de mí, tal vez anotando la hora de entrada en la libreta. Abro la puerta, y me adentro en el interior. Lentamente cierro la puerta, y con pasos cautelosos camino hacia la cama. En la mesita de noche, puedo ver que Alex ha comido un poco, pero casi nada. Apenas tocó la comida. ¿Siempre es así? ¿Está acostumbrado a no comer? ¿Cómo puede ser eso? ¿No se enferma? Tendré que estar pendiente de eso. Si llega a enfermarse, yo seré responsable.

Él sigue acostado en la cama, dándome la espalda. Nerviosa, tamborileo con mi pie sobre el piso. Paso mi mirada por los diferentes muebles de la habitación, y en el librero logro ver algo plateado. ¿Qué es eso? Me entra la curiosidad. Me acerco lentamente para verificar con mis ojos lo que veo. Es una tiara. Una de princesa. Está colocada cuidadosamente sobre un almohadón rojo. Echo un ojo tras de mí, y veo que Alex está dormido profundamente. La tiara vuelve a mi campo de visión rápidamente, y la toco con mi dedo con lentitud, como si fuera algo valioso. No puedo evitar que me llame la atención, es una tiara preciosa.

Corazón de papelWhere stories live. Discover now