17. Primera salvación.

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Hoy ha sido probablemente el día en el que menos le he prestado atención a Alex. Me siento mal, pero todo esto de Sabrina tiene mi mente por las nubes. No puedo dejar de sorprenderme. Es una prostituta. Sí, es una prostituta, y es como si mi mente no pudiera asimilarlo todo.

Cuando salí de la habitación de Sabrina en la mañana, Diana se acercó y me miró con cara de bicho raro. Me preguntó si estaba llorando. No supe que responder en ese momento, y la piel se me puso de gallina. Lo único que se me ocurrió decirle es que estaba hablando con una amiga por Skype, y sigo sin entender cómo me creyó. Tal vez la puerta difumina los sonidos. Diana, por suerte, se encolerizó y me gritó que no usara la habitación de Alex para mis asuntos personales. Sí, por suerte.

He mantenido mi mente y mi cuerpo revoloteando de aquí para allá durante todo el día. Cuando vi que Alex no se comió el almuerzo, se lo llevé a Sabrina. Ella lo recibió, agradecida. La mantuve todo el día encerrada en esa habitación hasta que llegara la hora de la verdad. Necesitaba que Alice llegara para hablar con ella sin los reproches de Diana de por medio. Si Alice está ahí, Diana no podrá atacar con la misma intensidad.

Alimentar a Rocky es toda una osadía. Lo curioso es que hoy no me puso tanta pelea, es como si empezara a acostumbrarse a mi presencia. Aun así, eso no significa que no de miedo y que no preferiría saltar de un edificio a que ese animal me muerda. Tal vez en el fondo Rocky está ansioso por cariño. Solo que aún no sé cómo llegar a esa parte sensible de él.

Alex, por supuesto, ha aprovechado al máximo. Hizo muchas cosas productivas hoy, como dormir, dormir y dormir. ¡Me encanta su productividad! Eso me recuerda que tengo que empezar a empujarlo a hacer cosas realmente productivas, pero cuando el recuerdo de Sabrina regresa a mi mente, me doy un golpe mental. No, ahora no. Cómo desearía poder dividirme en dos. Nunca me habían necesitado tanto, y menos para apoyos emocionales, por lo que no sé cómo lidiar con esto ni como me debería sentir. Me siento necesitada, sí... así que esto se siente bien en parte.

Y por fin ha llegado la noche. El momento decisivo para todos. Cuando Alice regresa, me noto muy receptiva. Por supuesto, Diana le cuenta acerca de mi dormidita en la mañana, ¡Qué aprovechada! Eso me recuerda que no he dormido casi nada. Alice me reprende como buena jefa que es, y yo acepto su regaño sin rechistar. Finalmente pide que le sirvan la cena, y es allí donde entro yo y aprovecho.

Pero a medida que me acerco, mi valor comienza a disminuir. ¿Cómo reaccionará cuando sepa que metí a una extraña a la casa?

Por un momento me planteo la idea de huir, pero me contengo. Sabrina necesita mi ayuda, y no me puedo acobardar ahora.

— Alice... — murmuro con inseguridad cuando estoy lo suficientemente cerca de ella.

Me mira y alza una ceja.

— ¿Sucede algo malo?

No, ¿Cómo cree?

— ¿Por qué pregunta? — digo, más bajo de lo que me gustaría.

— Te ves tensa — ¿Soy así de obvia?

Niego con la cabeza, más para convencerme a mí misma que para transmitirle algo a ella. ¿Cómo decirle que metí a una extraña a su casa sin su permiso y a las cuatro de la mañana? Tal vez no sea la forma correcta de iniciar.

— Bueno, es que... esto... uhm... —suspiro. Vamos, ¡Yo puedo hacerlo!

— ¿Qué pasa? —Alice alza una ceja, interesada.

—Tengo un problema—digo atropelladamente sin saber de qué otra forma abordar el tema y demasiado avergonzada como para detenerme a pensar.

Sus ojos jade se fijan en mí con interés. Sabe que le estoy pidiendo ayuda, ya que de otra forma no me habría molestado en hablar siquiera de ello.

Corazón de papelWhere stories live. Discover now