45. Sentimientos ocultos.

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— ¿Qué?

—N-Nada.

Está boquiabierto. ¡Lo sé, tengo veintidós años y sigo virgen! ¡No es tan raro! «¡Ya deja de mirarme así!»

— ¡¿Eres virgen?!

— ¡Shh! ¡No grites! —le pido, aunque sé que está lloviendo y el sonido no se esparce muy bien—. Además... no sé por qué te sorprendes, si ya sabes que nunca he tenido novio.

—Ah... lo había olvidado. Nunca has tenido novio. Pero... pero al menos has dado tu primer beso, ¿no es así?

Mierda.

—Ah... pu-pues y-yo... pues s-si, pe-pero...

—Vaya. Al menos tuviste uno. Háblame de eso. ¿Qué tal fue? ¿Fue con algún príncipe que desapareció en la noche o fue con un sapo que te dejó mal sabor en la boca?

«Ah, pues fue con un idiota que soñó que besaba a su exnovia.» Vaya, viéndolo de ese modo suena muy mal. Pero en todo caso, ¿no estábamos hablando de mi posible despido? ¿y si volvemos a ese tema? No quiero hablar de mi primer beso con el hombre que me lo robó inconscientemente.

—Eh...

Alex se acerca a mí y me sonríe, pareciendo muy interesado por el tema. Quien diría que a los hombres les interesaban este tipo de cosas. Rayos, necesito ampliar mis conocimientos sobre el género masculino. Creo que sabría mejor sobre estas cosas si hubiera tenido amigos, pero no, ¡el mundo tenía que odiarme! Sin duda los libros no son una fuente del todo confiable, y yo que creí que podría aprender cualquier cosa de ellos. Es decir, hay libros para todo, ¡hasta para aprender posiciones sexuales!

«Se llama Kama Sutra. ¿A quién se le ocurrió ese nombre?»

—Quiero saber cuál fue esa experiencia amorosa—insiste Alex con una mirada curiosa.

Me quedo en blanco, sin saber que decir. ¿Qué le voy a decir? «Ah, pues resulta que estabas soñando con Melanie y necesitabas saciar tu necesidad de cariño con lo primero que tuvieras en frente. ¡Qué suerte que no estaba Alice en ese lugar!»

—Uh...

Su gesto curioso y sus ojos interesados me congelan. Me remuevo nerviosa en mi lugar. No me siento capaz de mentirle. ¿De verdad quiere saber? Sus ojos y su expresión producen algún tipo de fuerza que me obliga a decir la verdad. No quiero mentirle. Pero no puedo decirle que él fue mi primer beso. Las cosas se pondrían raras, pero su mirada me insiste tanto que me acorrala sin siquiera moverse de su lugar.

Gruñe.

—Vamos, habla ya. ¿Con quién fue tu primer beso? No tiene tanto rodeo.

No puedo mentirle. «Por favor, que las cosas no se pongan tensas otra vez.»

— Contigo.

Agacho la mirada porque no quiero verlo a la cara. El ambiente se queda en silencio durante varios minutos, mientras escucho la fuerza de la naturaleza golpear contra la ventana. Un fuerte estruendo resuena, y salto en mi sitio. El estómago se me revuelve. No debí hablar. No debí decirlo. Lo he arruinado todo.

— ¿Co-Co... Conmigo...?

Feliz porque hablara, pero aún nerviosa y con algo de miedo por lo que pueda pasar, asiento sin mirarlo. No puedo verlo a la cara. Creo que me desmayaría, y eso solo sería la cereza del pastel de la vergüenza.

—En el baile... —susurra.

Niego con la cabeza.

—Fue antes de eso.

Corazón de papelNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ