12. ¿Es un trato?

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Esto está mal en todos los sentidos. Soy una estúpida. Soy una estúpida. ¡Soy una estúpida! ¡¿Cómo pude pensar que este plan funcionaría?! Es que miro el cadáver de Alex en el suelo y me entra el pánico. ¡Seguro que lo maté!

«O tal vez no esté muerto. Lo golpeé demasiado fuerte y lo dejé noqueado... sí, seguro fue eso.»

Tengo que calmarme. Alex no está muerto. Su pecho aún sube y baja, y eso es una buena señal. Se queja entre sueños, adolorido. «¡¿Quién lo manda a meterse con lo que es mío?!» Me doy un golpe mental. Necesito control. Es hora de poner a la loca yo bajo control. Mi loca interior ya ha hecho su trabajo, aunque se ha excedido. ¿Y ahora qué hago?

Alguien toca la puerta. ¡Oh Dios mío, ahora no!

— ¿Blair? ¿Estás ahí? —se escucha la voz de Diana del otro lado de la puerta—. Tienes una llamada de Alice.

¡Ahora no, por favor! ¡Alice nunca llama a esta hora! ¡¿Qué quiere ahora?!

— ¡Que deje un mensaje! —grito, consciente de que la persona que se molestó en llamarme es mi jefa.

— ¿Qué? —pregunta, y el pomo se agita. Con el corazón en la boca, corro a la puerta y la cierro de nuevo. Agito el pomo de la puerta y cuando logro poner el seguro, mi corazón se inunda de alivio. Diana golpea fuertemente la puerta.

Me pregunto si Diana no vio la puerta abierta de la habitación de Alex. Si fuera así, no se oiría tan... normal. Creo que, incluso en mi desesperación de correr tras Alex, cerré la puerta al salir. Soy una persona muy rara. ¿Qué clase de persona haría eso en un momento así?

— ¡Blair! ¡¿Qué está pasando?! —exige saber. Ella podría ayudarme con Alex, pero no quiero involucrarla. Aunque sé que Diana no sería capaz, una parte de mí me dice que no la deje entrar, que ella podría traicionarme y contarle todo a Alice. Y probablemente si lo haría. Si tiene que ver con Alex no lo dejará pasar. Solo avisará a Alice de cosas de vida o muerte, y si lo ve tirado en el suelo va a pensar lo peor.

Y voy a ser despedida.

Además aún quiero ayudar a Alex, por más que haya sido un patán y haya hecho mi manuscrito trizas. Encontraré una solución a esto. Pero primero tengo que deshacerme de ella.

— ¡Blair! —grita Diana una vez más—¡Abre la maldita puerta o iré por las llaves!

— ¡No! ¡No abras por favor! —ruego, y mi mente maquina rápidamente una excusa —No estoy presentable...

— ¿Qué? —pregunta dudosa.

—Me manché...

— ¡¿Qué?!

— ¡El periodo, maldita sea! —grito, y una parte de mí se ríe por dentro. ¿Es que no se me ocurrió una excusa más estúpida?

—Ah...—murmura, pero no puedo determinar si me ha creído o no—. Entonces cámbiate. La llamada de Alice te espera.

— ¡No puedo bajar así! —insisto. Me imagino a Diana rodando los ojos al otro lado de la puerta.

— ¿Entonces? —pregunta con tono hastiado. A veces me confunde. Pasa de ser mi amiga a ser mi enemiga, y en ocasiones sus cambios son tan rápidos que ni yo puedo seguirlos.

—Por favor, que deje un mensaje—ruego, mientras observo a Alex inconsciente—. Tengo ciertos problemas y voy a tardar.

Siento su presencia tras la puerta durante unos instante más, pero finalmente bufa y se va. Respiro con alivio. Estuvo cerca. Sin embargo, mis problemas no han terminado. Ha destrozado mi habitación. Ha tirado la ropa de los ganchos, ha hecho pedazos mi manuscrito y ha tirado al suelo muchas cosas más. También, lo golpeé y lo dejé noqueado. Mi intención era mostrarle el collar para demostrar que iba en serio, y luego tirárselo a la cara. No importa, todo está bien. Sí, todo está bien. No debo alarmarme. Debo pensar con cabeza fría. Ahora debo llevar a Alex a mi cama y esperar que despierte.

Corazón de papelWhere stories live. Discover now