14. Reescribiendo términos.

6.4K 572 39
                                    


Canción en multimedia: Tears and rain - James Blunt


—Cuando terminen los seis meses, serás libre de acabar con tu vida. Yo misma me encargaré de que nadie te detenga.

¿Qué mierda estoy diciendo? Ah, solo es parte de la farsa. Sí, eso. Claramente no voy a permitir que se suicide. Eso no está dentro de mis planes. Ayudaré a Alex antes de que eso pase, confío en eso.

Él no responde, y decido continuar.

—Reduciré el tiempo a la mitad, pero tendrás que hacer todo lo que yo te diga. Si no cumples, destruiré la tiara en el peor de los casos.

Sé que me estoy metiendo en terreno peligroso. No, de hecho tal vez tengo barro hasta las rodillas desde que me involucré con él.

No habla, y a decir verdad tampoco espero que lo haga. Debe pensar que no puedo hablar en serio. O tal vez piense que solo intento mantenerlo bajo mi merced. Pero si logro que haga todo lo que yo le pida, podría empujarlo hacia ciertas cosas y hacer que poco a poco su esperanza vuelva a renacer. Sería introducirme a una cuenta regresiva aún más estrecha, pero las probabilidades de lograr algo serían mayores.

—Olvídalo—gruñe.

¿En serio piensa rechazar semejante oportunidad de reducir el tiempo?

— ¿Qué? —parpadeo en la oscuridad.

—Si crees que me convertirás en tu títere sólo para que mi madre esté orgullosa de ti, estás muy equivocada. Por mí puedes pudrirte.

«¡Uh! ¡Agh! ¡Oh no! ¡Me estoy pudriendo!»

Agacho la mirada y bufo. Mi objetivo no es usarlo para ganar el orgullo de Alice. De hecho, quisiera aminorar la confianza que tiene puesta Alice sobre mí. Eso solo me pone bajo presión, y definitivamente no estoy buscando más de eso. Mi imagen ya está lo suficientemente bien por ahora, y no necesito que el peso sobre mis hombros se vuelva más pesado.

—No quiero que Alice esté orgullosa de mí. Ya con la confianza que me tiene, me marea lo suficiente.

No contesta.

—Algo me dice que lo estás considerando.

Sabe que este es el mejor trato que puede obtener. Yo tengo la tiara: yo tengo el mando, y él lo sabe. No puede arriesgarse a jugar conmigo, a pesar de sus respuestas bruscas y escuetas.

—Vete al demonio—escupe con desprecio.

—Ok. ¡Demonio! ¡Demonio, ¿Dónde estás?! ¡Llévame contigo! —grito por toda la habitación—. No, no está aquí. Lo siento, parece ser que no puedo irme al demonio.

Silencio y más silencio. Es difícil hablar con él, ¿pero qué esperaba? Era lógico que sería así.

—Bien. ¿Entonces prefieres un año?

Se remueve, inquieto. Si su necesidad por morir es tan grande, seguro que no querrá que pase tanto tiempo antes de que suceda.

— ¿Por qué no te has suicidado en estos tres años? —pregunto con voz tenue.

Se queda en silencio, pero este silencio es más espeso e incómodo. Lo interpreto como un «¿Qué te importa?»

—Déjame en paz—murmura, pero a duras penas logro escucharlo.

—No puedo dejarte en paz, porque no vives en paz—deduzco, y suelta un gruñido. Sigue estando irritado de que lo esté molestando, pero por alguna razón no me ha mandado a la porra. ¿Será porque tengo la tiara en mi poder? No, algo en mi interior me indica que es algo más. O tal vez ese algo esté equivocado.

Corazón de papelWhere stories live. Discover now