46. Abriendo las alas.

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Canción en multimedia: Tori Kelly - Paper Hearts


Cuando llegamos al gimnasio, una joven recepcionista nos atiende. Me quedo petrificada al verla. Intento encontrar una voz en mi interior para hablarle, pero como siempre, no quiero terminar tartamudeando como idiota. Alex solo se queda parado a mi lado sin decir nada, así que le doy un codazo para que diga algo. Le ayudará para su recuperación. Sí, eso, él necesita volver a integrarse con la gente. Hablarle a la recepcionista le ayudará más que a mí, ¿no?

—Ehm... venimos a inscribirnos—dice Alex, rascándose la cabeza con nerviosismo.

Por suerte, la mujer resulta ser bastante amable, y nos permite inscribirnos con bastante facilidad. Nos indica los datos necesarios, y pagamos la mensualidad. También nos toma algunas medidas y nos hace pararnos sobre una balanza a cada uno para ver nuestro peso. Después de eso frunce el ceño, y le recomienda a Alex subir de peso. Lo mismo opino yo.

Rápidamente terminamos con un instructor. Debo decir que el instructor es bastante guapo: con unos ojos verdes encantadores, con un cabello rubio tan sedoso y brillante que te dan ganas de pasar la mano por él millones de veces, y con unos bellísimos músculos marcados. Bueno, puedo ser tímida, pero tengo ojos. Él podría ser sin duda el protagonista de algún libro. Un hombre perfecto y guapo, instructor de un gimnasio, se enamora de una de las chicas que asisten al gimnasio, la cual resulta ser una chica a la cual molestaba en el instituto. Ambos se enamoran, pero en el camino se descubren secretos que dificultan la relación. Puedo hacer que él termine en la cárcel por algún motivo. Llevarlos al borde de la desesperación, para así reforzar la unión entre ellos. Esa es una buena idea. Debería anotarla en algún lado, para después dedicarme a ese proyecto si aún tengo la suficiente motivación.

Alex me da un codazo para despertarme de mi ensueño. Bato la cabeza de un lado para otro, ¿En qué rayos estoy pensando? Debería estar poniendo atención.

—En fin, eso es todo, ¿entendieron? —concluye el instructor con una sonrisa.

¿Ah? ¿Qué?

Asiento a medias, pero en el fondo me maldigo. Espero que Alex haya escuchado algo.

—Creo que no pusiste mucha atención, ¿verdad? —me pregunta el apuesto instructor con una sonrisa coqueta.

Me sonrojo de pies a cabeza. ¿Está coqueteando conmigo?

—Es tímida—dice Alex con una voz turbia a mi lado—. Seguro que no se atreve a preguntar nada si tiene dudas, así que será mejor que le expliques otra vez.

Miro a Alex con la boca abierta. ¿En serio dijo eso? Voy a matarlo.

El instructor ríe.

—Está bien, no tiene nada de malo. Mi nombre es Nick. Soy el instructor que estará con ustedes por la primera semana, mientras van tomando su propio ritmo. Alex en especial me preocupa, así que tendré la mayor parte de mi atención en él—dice. Maldigo para mis adentros. Maldito afortunado—, pero Blair, ya que eres mujer, tenemos unas rutinas especiales para damas en recepción.

Gruño y me cruzo de brazos. Muy bien, este tipo ya me tocó las pelotas, y yo ni siquiera tengo pelotas. ¿Rutinas especiales para damas? ¿Por qué me suena eso a que no podré alzar pesas? Yo quiero ser fuerte, ¿qué hay de malo con eso? Además no es ningún pecado. Solo hay que pensar en la gran cantidad de mujeres que existen alrededor del mundo que son más fuertes que muchos hombres. Sentirme fuerte por una vez sería genial. Y luego Alex y yo podríamos jugar a la lucha libre.

Me río en mi interior debido a mi último pensamiento.

—Y si no estoy de acuerdo con esa rutina, ¿qué?

Corazón de papelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora