53. Preocupaciones entre las nubes.

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Canción en multimedia: Dido - The day before the day 

Han pasado un par de semanas desde aquella vez. Lo recuerdo. Fue tan revelador. Alex mostrando sus cicatrices frente a mí a la luz de la luna, confesándome más de lo que yo creía. Sin duda él es una mina llena de secretos. Sin embargo, eso me incomoda. No me había incomodado antes. Yo ya sabía que Alex estaba lleno de secretos que no estaba dispuesto a compartir. Pero ahora es cuando me pregunto si alguno de esos secretos puede afectarme de alguna manera.

Después de tantas cosas que han pasado... confío en que todo estará bien. Aun así, a veces me convierto en la señorita paranoia.

Me meto las manos en los bolsillos mientras caminamos. Alex parece nervioso. No deja de mirar a los lados, como si en cualquier momento alguien pudiera atacarlo. Es solo el nerviosismo de saber que va a tener que contarle todos sus traumas a un extraño. Después de todo, él necesita ayuda que yo no le puedo dar.

Observo su mano mientras caminamos. Quiero tomarla, pero sé que eso sería atrevido. Además este ambiente tiene mucha tensión. Nos dirigimos hacia una cita con la psicoterapeuta. Con ayuda de Alice fue fácil conseguirla, ya que se nota que ella es muy popular y tiene muchos contactos. Y bueno... Alex es muy bueno relacionándose con la gente cuando quiere.

«De tal palo, tal astilla».

Claro que a Alex no le gustó la idea de que su madre interviniera, pero después de todo Alice solo está cumpliendo con su papel de madre preocupada. Yo no puedo negarle eso.

—No puedo creer que vaya a hacer esto... —comenta Alex, con el ceño fruncido—. Estuve huyendo por mucho tiempo a algo como esto, y ahora...

—Es necesario—lo interrumpo con un suspiro—. Necesitas estar seguro de que en un futuro no volverás a cometer una locura por la que te arrepentirás el resto de tu vida solo por un arranque de ira. Necesitas manejarlo.

— ¿No podrías haberme ayudado tú con eso? Has hecho mucho hasta hoy... ¿qué tanto te costaría ayudarme con eso también?

Sonrío de medio lado. Es muy amable de su parte decir eso, pero puede que yo no tenga más poder del que he usado hasta hoy. Además... yo también tengo mis propios dilemas, y eso me impide manejar ciertas situaciones con neutralidad. Pero sin duda una terapeuta podrá hacer eso de maravilla.

—Esto es algo... fuerte. Y no puedo manejar algo así—confieso. Centro mi mirada en las líneas en el suelo, como si éstas enmascararan algún secreto—. No tengo... esa habilidad. Necesitas ayuda de alguien que sepa de lo que está hablando.

Alex bufa, y mira hacia un lado. Me pregunto si lo que dije lo molestó. Pero es la verdad. No puedo hacer nada con respecto a eso. Además Cynthia me recomendó una vez que llevara a Alex con un terapeuta. Llegó la hora de hacerle caso.

Además... con los pensamientos que tengo dentro de mi cabeza, no podría ayudarlo correctamente.

—Si quieres ayudarte a ti mismo, lo mejor será que digas la verdad.

— ¿No has pensado en que esa mujer podría salir corriendo después de esto?

—No lo creo. Si es una profesional, no saldrá espantada. Además, debe haber tratado con casos peores. Alice dijo que tiene una muy buena experiencia.

Alex hace una mueca de desagrado. Aún no está en buenos términos con su madre, pero en algún momento tendrá que entender que ella solo se preocupaba por él. Es cierto que Alice no manejó la situación de la mejor manera, pero por otro lado, ella perdió a su marido y a su hijo a su vez. Eso le agregó carga emocional muy fuerte que no pudo manejar. Simplemente no pudo controlar ambas situaciones al tiempo, y por eso llegó al extremo de contratar niñeras.

Corazón de papelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora