9. La primera pista.

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La habitación está a oscuras. Las cortinas están corridas, y la ventana está abierta. La luz de la luna ilumina suavemente parte de la habitación. Una tenue luz sobresale del borde inferior de la puerta del baño. Sin saber por qué, mis pies parecen caminar con más lentitud mientras me dirijo allí. El tramo se me hace eterno. Cuando finalmente estoy frente a la puerta, giro la perilla pero ésta no cede. Tiene seguro desde adentro. Esto ya es una costumbre, debería hacerme la idea de que cada vez que esté frente a una puerta que relacione a Alex, ésta estará con seguro. Saco la llave de mi bolsillo y abro la puerta. Mis ojos automáticamente viajan alrededor del pequeño baño. Alex está sentado en el piso contra la pared, mientras respira pesadamente. Sus heridas... él está todo golpeado. Su rostro está lleno de raspones y golpes, y sus nudillos están lastimados. ¿Qué le sucedió?

La tapa del baño está subida, y cuando echo un vistazo a lo que hay en el retrete palidezco. Vómito. ¡Hay vómito! ¡Oh Dios! Ha vomitado. Lo miro, y noto que su respiración es pesada. Está enfermo.

Tapo el retrete y bajo la perilla. Escucho el agua sonar, y me agacho a la altura de Alex. Tiene los ojos cerrados y respira pesadamente. No soy capaz de decir si está consciente o no, lo único que sé es que me siento terriblemente mal. ¿Por qué no estuve más pendiente de él? Subestimé su situación. Pensé que no estaría tan mal, pero ahora veo que las cosas son más extremas de lo que parece. No huele a drogas, así que no parece que se haya ido a consumir. De hecho, no ha dado señales de que se drogue, así que comienzo a dudar seriamente acerca de esa teoría.

¿En dónde rayos se metió? Su respiración pesada y su rostro rojo llaman mi atención. Aún tiene algo de vómito en las comisuras de la boca. Está enfermo, y herido.

Regreso a la habitación. Le echo seguro a la puerta para asegurarme que nadie entre, y enciendo la luz. La habitación adquiere un tono más vivo; en el día las cortinas siempre están abajo así que la luz del sol no entra. Regreso al baño y tomo un par de cuadritos de papel higiénico. Me arrodillo a su lado, y le limpio los restos de vómito. Cuando termino, tiro el papel al bote de basura.

Las manos me tiemblan y el corazón se me acelera cuando pongo su brazo sobre mis hombros. Tomando impulso, logro ponerme en pie pero las rodillas me tiemblan. Alex pesa una tonelada, aunque el hecho de que me pueda poner en pie con él colgado de mí es una fortuna. Trastabillo un par de veces en el camino mientras me dirijo a la cama. Cuando lo dejo caer sobre el mullido colchón, es un alivio para mi cuerpo. Acomodo su cabeza en la almohada, y corro al baño. Debe haber un botiquín en algún lugar.

«¡Ajá!» Pegada a la pared, logro ver una cajita roja. La abro, y encuentro de todo: algodones, alcohol, curitas, cremas... lo único que no veo es aspirinas ni ningún tipo de pastillas, y mi mente maquina rápidamente el por qué. Saco el frasco de alcohol y todo el paquete de algodón. No sé cuánto necesitaré, y nunca he curado a nadie.

Con los implementos necesarios en la mano, corro hacia el herido. Dejo el paquete de algodón y el alcohol a un lado, y después de una lucha interna decido quitarle la negra chaqueta de cuero que trae puesta. Mi instinto no me falla al ver que también tiene heridas en los brazos. Mis manos tiemblan como estúpidas, y aunque intento calmarme no puedo. Sigo preguntándome en donde pudo estar, y a la misma vez echándome la culpa por lo sucedido.

Del paquete de algodón, saco un trozo. Abro la botella de alcohol y aplico un poco en el algodoncito. Me siento en el borde de la cama, y con lentitud acerco el algodón a una de las heridas de su rostro. ¿Y si se despierta? ¿Qué haré si se despierta? Lo más probable es que reaccione agresivamente, pero por otro lado tiene fiebre. No podrá hacer mucho en ese estado, pero por alguna razón eso no me tranquiliza.

Corazón de papelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora