8. Un instante para desaparecer.

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Canción en multimedia: Linkin Park - Iridescent


A pesar de que no le he contado nada, Sabrina nota mi dilema. Me encuentro tendida en el piso del dojo, respirando pesadamente. El entrenamiento de hoy acaba de terminar, y estoy hecha polvo. No me siento con fuerzas para levantarme de aquí y regresar a la mansión. Estoy sudando como puerco, y la ropa se me pega al cuerpo. El ancho pantalón sudadera hace que mis piernas se sientan sudorosas, pero prefiero usar esto que una licra. Se pegan horrible al cuerpo, se forma todo allá abajo, y cuando uno se agacha hace que el trasero se vea más grande. Puede que para otras chicas eso sea cómodo, pero para mí es como andar desnuda de la cintura para abajo. Y no me gusta ser exhibicionista.

—Deberías usar una licra, es más cómodo—dice Sabrina, tendiéndome la mano para ayudarme a levantar. La tomo y ella tira de mí.

—Ni loca—me muestro en contra, y me ayuda a ponerme de pie. Ella me mira con el ceño fruncido.

— ¿Qué sucede? Te ves preocupada por algo—expresa, mientras bebe un sorbo de su botella de agua.

Niego con la cabeza. El hecho de que me lo pregunte solo hace que lo recuerde más.

— ¿Se trata de tu niño?

Frunzo el ceño y la miro. ¿Se refiere a Alex?

— ¿Por qué lo llamas así? No es mi niño.

—Eres su niñera, ¿no? Así que es como si fuera tu niño —dice en un tono de burla, y yo me río sarcásticamente. No es gracioso. Su rostro vuelve a ser serio, y pregunta— ¿Has logrado algún avance con él?

Es realmente difícil tener avances con él. Alex solo quiere morirse, y de golpe recuerdo que en la lista, Alice mencionó intentos de suicidio. ¿Qué clase de intentos de suicidio? ¿Cómo podría matarse dentro de esa habitación? ¿Y si tiene cuchillas allí adentro? Tendré que tener mis ojos puestos sobre él más que dos horas por día.

—Tuvo una pesadilla—murmuro, mientras ella me mira con atención—. Esta madrugada estaba gritando y retorciéndose en la cama...

— ¿Y qué estaba soñando? —pregunta Sabrina con interés, como si su mente hubiera imaginado la escena. Como si hubiera visto lo triste y a la vez desesperante que resultaba aquello.

—No lo sé—digo derrotada.

— ¿Pero cómo puedes no saber eso? —cuestiona con ojos ansiosos— ¿No se lo preguntaste? ¿Acaso las pesadillas no lo despertaron? ¿Qué hiciste entonces?

No se despertó. No sé qué habría hecho si se hubiera despertado. No sé cómo, pero logré calmarlo anoche. Aunque en su mente, no queda el recuerdo de que yo estuve allí.

—Logré calmarlo mientras dormía.

Sabrina parpadea, confundida e intrigada.

— ¿Y eso cómo?

Le cuento a Sabrina todos los detalles acerca de mi «aventura» nocturna. Ella, al igual que yo, se queda sorprendida de que haya sido capaz de calmar a Alex con unas simples caricias en la cabeza. Pero para mí, no fueron caricias vacías. Lo hice con delicadeza, con cariño... tal vez por el deseo de que dejara de soñar pesadillas. Que pudiera sentirse relajado aunque fuese mientras dormía.

—Es impresionante—dice—. Considerando que eres una extraña para él, el hecho de que lo hayas calmado es algo impresionante.

—Lo sé. También estoy sorprendida —murmuro, y observo fijamente a Sabrina. Se siente bien poder hablar de mis problemas con alguien, y se siente bien tener una amiga aquí en Los Ángeles. Ella es muy agradable, y creo que será cuestión de tiempo para que nuestra relación de amistad mejore. Aún no le tengo la cantidad de confianza suficiente, pero al ver cómo le interesan mis problemas y escucha con atención, me hace sentir importante.

Corazón de papelWhere stories live. Discover now