6. Celos

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A la mañana siguiente todo transcurrió como esperaban, el despertador alertó a Dani que debía avisar a Panambí para que fuera al sofá. Le costó despertarla pues ella dormía plácidamente como si estuviera perdida en un mundo paralelo. La movió con suavidad acariciándole los hombros pero no reaccionaba. Una vez más se encontró imaginando sus pequeñas y casi imperceptibles curvas cuando en un intento por despertarla la destapó y vio que el camisón se le había subido mucho más arriba de la rodilla.

—Despierta —susurró sabiendo que no lo escucharía, pero aumentando el toque en el hombro. La niña despertó y luego de incorporarse y sonreírle se marchó a la sala en silencio.

Minutos más tarde su madre entró a su cuarto para despertarlo y llamarlo para el desayuno. Por suerte era sábado así que no debía ir a la escuela. Desayunaron los tres sonriendo mientras planificaban una tarde divertida. Alicia le había pedido a Dani que le preguntara a Panambí si no quería ir de compras y ella asintió en acompañarla. Dani quedó excluido de esa actividad pues sería una tarde de chicas, quiso colarse a modo de traductor, pero Alicia le dijo que podría defenderse con una libreta y un bolígrafo. Quedaron en encontrarlo luego en un shopping para ver una película en el cine.

Después de aquello Panambí fue feliz a su casa y contó a su padre y a su hermano que a la tarde saldría con la madre de Daniel.

—No entiendo por qué estas todo el día con ellos. —Se enfadó Arandu.

—Dejale tranquila —intervino su papá—, ella necesita una figura femenina y esa señora es muy buena. —Arandu no pudo decir nada al respecto, suponía que tenía razón pero aun así no le gustaba.

Panambí agradeció a su padre el permiso y luego se bañó y se preparó para salir y mientras esperaba la hora, leyó un libro.

A las cuatro de la tarde la señora Alicia pasó a buscarla, fueron de compras por los alrededores pues la mamá de Dani necesitaba comprarse ropa para una fiesta de su empresa que tendría el fin de semana. Caminaron por la calle principal buscando opciones.

—¿Necesitás que te compre algo? —ofreció Alicia y Panambí negó con la cabeza, no quería importunar ni pedir nada. Aun así la señora Alicia la llevó a elegir un jean y una blusa, le compró unas zapatillas deportivas y le dotó de ropa interior —. Supongo que ha de resultar difícil ser una niña en medio de varones—, sonrió y entonces tomó la agenda y escribió—. Cuando necesites algo de chicas, sólo pedímelo, no tengas vergüenza. Yo tengo cuatro hermanos varones y soy la única mujer, sé lo que es necesitar algo y no poder pedírselo a ellos o tener vergüenza. Dani me dijo que tu mami ya no está, quisiera que sepas que podés contar conmigo.

Panambí se lo agradeció con un abrazo y luego fueron al cine a encontrarse con Dani como lo habían planeado.

Ya en el cine y en medio de la película compartieron refrescos y pororó. Panambí nunca había ido al cine y se imaginó un montón de escenas posibles en donde Dani le tomaba la mano mientras veían la película o pasaba su brazo atrás de su cuello a modo de abrazo, como sucedía en sus libros siempre que una pareja iba al cine.

Tu música en mi silencio ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora