8. Prohibido

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Se separaron después de un rato, sintiéndose confundidos, apabullados. Alicia ingresó al cuarto y avisó que acompañaría a Paulo a tomar algo a la cafetería de abajo del edificio, dijo que cualquier cosa que necesitaran fueran junto a ella y le indicó a Daniel que su amigo necesitaba un poco de contención. Daniel asintió y luego la vieron marchar.

—¿Qué hacemos? —preguntó Daniel sentándose en la cama.

—¿Podemos escuchar música? —gesticuló Panambí y Daniel la miró sin entender—. Vos poné la música que te gusta y yo voy a sentir sus vibraciones.

A Daniel se le ocurrió la idea de poner video clips en la computadora, de esa manera su amiga podría ver las imágenes que acompañaban a las melodías.

Pasaron así un buen rato hasta que uno de los videos desembocó en una publicidad de videos prohibidos. Ambos se miraron sonrientes y dieron click al enlace para ver que había atrás de aquella imagen. Estuvieron pasando de un video a otro mientras Panambí decía que aquello era asqueroso y Daniel sólo reía.

Después de un rato decidieron apagar la computadora y conversar. Dani se acostó en la cama y Panambí se sentó en uno de los extremos.

—¿Ya lo hiciste? —le preguntó entonces a su amigo.

—¡Claro que no! —respondió él—. ¿Estás loca? —sonrió.

—¿Crees que los cuerpos de las chicas y los chicos se ven como esos de los videos? —preguntó Panambí.

—No, no lo creo —negó Daniel.

—¿Cómo se ven los chicos? —preguntó ella pero Dani se encogió de hombros, no sabía qué responder a aquello.

—¿Nunca has visto a un chico desnudo?

—No, Arandu se esconde en el baño y no sale hasta estar bien vestido —contestó Panambí riendo.

—Yo tampoco he visto a una chica —aceptó Daniel.

Quedaron en silencio por un rato, ambos pensando en que el ambiente y la conversación se estaban tornando extrañas.

—Mis pechos no se ven como los de esas chicas, pero supongo que en algún punto crecerán más —gesticuló Panambí mientras se miraba a sí misma, Daniel sonrió asombrado con su naturalidad.

—Creo que se ven bien igualmente —aceptó sonrojado.

—¿Lo creés?, tu amiga Carla los tiene enormes —dijo Panambí y Daniel volvió a reír.

—Supongo que cada cuerpo es distinto, igual que nos pasa a los chicos.

—¿Es grande? —dijo Panambí señalando las partes íntimas de su amigo y Daniel sonrojado se largó a reír, Panambí se contagió de su risa y deseó poder escuchar ese sonido que parecía tan bello como las facciones de Daniel cuando reía. Amaba hacerlo reír así.

Tu música en mi silencio ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora