7. Cumpleaños

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Los meses pasaron y las clases de piano fueron tomando forma. La profesora Raquel estaba feliz con Panambí, pues creía que tenía un talento nato para la música. Al principio su papá y Arandu no estaban de acuerdo, pensaron que sería perder el tiempo. Pero la profesora Raquel lo visitó y habló con Don Enrique, le explicó que ella podía ejecutar el piano aunque no oyese, y que si le gustaba podía ser muy buena en ello.

Su padre accedió y la dejó participar de las clases, la Profesora Raquel le pareció una buena mujer y él estaba muy preocupado porque Panambí se rodeara de mujeres. Sabía que era una edad difícil y que ella necesitaba una imagen femenina, él no sabía cómo hablar con su hija de temas femeninos y pensaba que estar cerca de Alicia y Raquel sería bueno para ella aunque no aprendiera nada de piano, pues eso no le parecía posible.

Sin embargo, Panambí tenía un talento y una capacidad de sentir la música que asombraba a su maestra e incluso a Daniel, que ya la había acompañado a sus clases algunas veces. Ella tocaba melodías cortas y sencillas porque aún estaba iniciando, pero le era fácil leer música y asociar la lectura con la tecla que debía tocar, también le resultaba natural transferirle sentimiento a lo que estaba ejecutando, como si realmente escuchara lo que hacía. Ella podía hacer que una sencilla canción de cuna resultara encantadora, lo trasmitía en las manos, en el movimiento de su cuerpo, en sus ojos cerrados como perdiéndose en su melodía interna.

La Profe Raquel estaba entusiasmada con su nueva alumna y conseguía encender en ella aún más entusiasmo, ella pensaba que infundir al alumno confianza en su propia capacidad, era la mejor manera de aumentar sus potencialidades. Panambí empezaba a creer que era buena y que podía llegar lejos en aquello que pensó inalcanzable para ella. Daniel amaba escucharla y su madre le había prometido regalarle a fin de año un piano eléctrico, por lo que ambos planeaban practicar juntos en su casa cuando tuvieran el instrumento.

Dani pasaba con Panambí casi todo su tiempo libre, estudiaban juntos pues él le ayudaba a entender los ejercicios, iban a sus clases de piano juntos, y hacía unos meses, Daniel empezó a acompañarla a la escuela de sordos, pues Don Enrique se cansaba muy a menudo y dejaba a Arandu a cargo del negocio, lo que impedía que acompañara a su hermana.

Daniel había cumplido los catorce años en julio, y el cumpleaños de Panambí se acercaba. Ella nunca lo había festejado, no tenían dinero para eso, lo único que hacían era comprar una torta y cantar, y de vez en cuando recibía un regalo de Anita o de sus compañeros de la escuela de sordos que también solían organizar un festejo en clase.

Anita había conocido a Daniel y se había quedado encantada con él. Insistía en que Panambí debía decirle lo que sentía y dejar que Dani le diera su primer beso. Panambí reía y le decía que ella soñaba con eso pero que sólo eran amigos. Dani seguía enganchado a Carla, pero ella no lo tomaba en cuenta más que como un buen amigo, sin embargo Antonella se le había declarado, le había dicho que gustaba de él y le había preguntado si le pasaba igual. Dani se sintió incómodo teniendo que rechazarla, diciéndole que le agradecía mucho sus sentimientos pero que a él no le pasaba lo mismo. Había hecho aquello porque Alicia le había aconsejado ser sincero con la chica y decirle que no la quería para no lastimarla más luego. Pero Antonella no lo tomó a bien y no le hablaba desde ese día, lo que le complicaba el tema de las clases de italiano pues la única que siempre le había explicado todo, era ella.

Tu música en mi silencio ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora