Capítulo 5: La Hermosura de la Locura

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Capítulo ~5~
"La Hermosura de la Locura"

"Así es como se conoce realmente a las personas. En sus reacciones ante lo inesperado"

-Africanus: el hijo del cónsul (2006), Santiago Posteguillo

Nos sentamos en la plaza, bajo los árboles. Todavía no podía mirarla sin sentirme intimidado por ella, sin embargo, Julie ya había superado su incomodidad conmigo y no paraba de hablar.

Me contó su vida en menos de cinco minutos. Habló acerca de su madre Mexicana y su padre Alemán, de la terrible relación entre ambos; de su corta estadía en Estados Unidos. Expresó el odio que siente hacia su familia materna y aparte explicó con detalles sus motivos para no creer en el amor.

-Solo son un montón de hormonas alteradas -aseguró -. Creéme, he estado enamorada antes y solo es cosa de un momento. Una vez tienes sexo ya nada es lo mismo...

Hablaba con tanta seguridad que incluso llegué a creerle. Jamás había estado enamorado antes, ni había tenido "sexo", así que no sabía que pensar. Si el amor en verdad existía para mí era un misterio, aunque estaba claro que Julie no pensaba en las cosas románticas como algo mágico ni mucho menos eterno. Las palabras no dejaban de salir por sus labios rosas, sin ningún orden, casi como si estuvieran siendo lanzadas al aire para que éste se las llevara. Sus cabellos teñidos de rosa se movían y chocaban de vez en cuando con su cara a merced del viento. Cada detalle la hacía lucir más bonita, más perfecta.

-Tus mejillas se han puesto rojas -dijo de repente -¿tienes frío?

Su mirada lucía tan preocupada que me sentí indefenso. Ese miedo que inundó sus ojos al imaginar que no me estaba cuidando bien, era el mismo que me hacía sentir dependiente de los otros. Así que negué con la cabeza intentando lucir fuerte mientras mis brazos y piernas se ponían rígidos. Apreté las manos y abrí un poco la boca quejándome del dolor que comenzaba a envolverme. ¿Por qué no podía levantarme y salir corriendo?

Los ataques de ansiedad solían ser comunes en mi vida, así que no era algo de otro mundo que comenzara a moverme de manera extraña. Sin embargo, Julie pareció asustarse bastante cuando los gemidos ahogados comenzaron a escaparse de mi pecho.

-¿Estás bien? -preguntó conteniendo las ganas de sostener mis brazos.

-Sí... -aseguré mientras intentaba fijar mis ojos en los suyos y seguía luchando con mi cuerpo que se ponía cada segundo más rígido.

-Vaya, al fin hablaste -murmuró -pero, ¿qué debo hacer? -se preguntó a sí misma en voz baja, haciendo que creciera en mí el deseo de llorar.

El ambiente se tornó tenso entre nosotros de nuevo. Ella suspiraba con miedo y me veía sin saber que hacer. Yo seguía batallando con unos brazos que hacían movimientos bruscos sin avisar y unas piernas que no obedecían. Estaba nervioso, y de cierta manera me sentía humillado, pues en medio del parque, el dolor de todos mis músculos contrayéndose que me hacía gemir con fuerza llamaba la atención de los que pasaban frente a nosotros. Quizá estaba dejando en rídiculo a Julie, pero no podía detenerme, así que comenzaron a salir lágrimas de mis ojos sin querer.

Al fin, ella tomó mi mano entre las suyas con suavidad, y dijo:

-Está bien, ¿sí? -su voz se había vuelto dulce -en un momento tu papá saldrá y podremos irnos de aquí.

Me sorprendió la manera tan espontánea en que Julie había reaccionado. Tan solo unos segundos antes se encontraba paralizada a mi lado, y de un momento a otro me daba palabras de aliento que sonaban sinceras. Sentí en su piel un verdadero apoyo, una fuerza que me ayudaba a superar lo que estaba sucediendo. Por primera vez una muchacha se preocupaba por mí en toda mi vida. Se sentía tan bien que creí comenzaría a flotar, pero me quedé sobre la silla dejando que sus caricias le dieran paz a mi torpe cuerpo. Entonces, ella peinó mi cabello con sus dedos pequeños, rozando con suavidad mi frente pálida.

-Estás frío -confirmó -¿no quieres un poco de chocolate caliente? El hombre de la esquina está vendiendo.

Negué con la cabeza haciendo que Julie esbozara una sonrisilla divertida. Levantó una ceja con carácter dominate, y volvió a hablar.

-Yo sé que quieres -aseguró sin dejar de sonreir -, es decir, ¿qué clase de persona no desea un poco de chocolata caliente?

Seguí mirándola sin ninguna expresión en el rostro, aún no podía creer que ella estuviera hablandome con tanta comodidad. Ya no evadía mis ojos, e incluso había tomado mi mano. Deseaba decirle que era bonita, pero me asustaba que mi voz le hiciera sentir desprecio, así que callé.

-Sabes - Se levantó -, a pesar de que digas que no quieres chocolate, iré por un poco ya que me preocupa que puedas congelarte -posó sus manos sobre mis rodillas, sintiendo con sus dedos mis huesos -volveré pronto, ¿sí?

Asentí con la cabeza y la vi alejarse. Por un momento, todo lo que la rodeaba se desvaneció dejándome apreciarla por completo. Incluso sus caderas anchas y su pequeña cintura eran perfectas. No había margen de error en aquella figura espectacular que atraía miradas. Sus cabellos cubrían su cuello bronceado. A pesar de no ser tan alta la belleza inundaba cada parte de Julie. Incluso danzaba mientras sus pasos la conducían a través de la gente. Hacía gestos con las manos a manera de coreografía, y giraba de vez en cuando.

Los demás la veían como si estuviera loca, pero yo veía en ella una chica hermosa a la que no le daba miedo ser diferente.

Daniel "Un Chico Enamorado"  (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora