Capítulo 17: Flotante Azul de Luna

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Capítulo ~17~
"Flotante Azul de Luna"

 "Hay que esperar lo inesperado y aceptar lo inaceptable. ¿Qué es la muerte? Si todavía no sabemos lo que es la vida, ¿cómo puede inquietarnos conocer la esencia de la muerte?"

-Confucio

La carta me dio a entender que no tenía intenciones de volver pronto. A pesar de alegrarme por saber algo de ella, también me sentía afligido al darme cuenta que quizá no pensaba siquiera en pisar de nuevo la ciudad.

Pensé escribirle algo también. Un mensaje para animarla, también para decirle que no estaba enojado por lo sucedido.

Pero el tiempo, el destino tal vez, hizo su trabajo la mañana de navidad.

Supongo que pasear por la Plaza de las Flores debió ser reconfortante para los turistas que admiraban los patos temprano es día. En noche buena habíamos salido a caminar junto a Dianna, Noa y Emma, encontrándonos con una plaza iluminada por luces rojas, blancas y amarillas colgando en los árboles. Una representación del nacimiento de Jesús yacía con veladoras y figuras bastante interesante en el centro de la plaza. Esa noche recuerdo que todo parecía tranquilo, con las personas paseando de un lado a otro mientras señalaban las decoraciones, y el árbol que brillaba a un lado del estanque de patos.

Las lámparas que adornaban el agua eran azules, así que permitían que la noche se reflejara en todo su esplendor.

Emma y Noa se besaron junto al pesebre, sobre la paja que cubría el suelo para darle una apariencia más reconfortante a la imagen. Mamá capturó el momento con una foto que después colgaría en la sala. También se sentó a mi lado frente al restaurante Italiano cuando me dirigí hasta ahí, mirándome con paz y apretando mi mano con cariño. Después tomó una selfie, y aunque no me agradó que lo hiciera, me mantuve callado pues eso le alegraba.

Se encontraba feliz, sus ojos rasgados lo dejaban ver. No tenía motivos para sufrir en noche buena, pues era el día perfecto para celebrar. Siendo honesto, llegado ese punto, extrañaba a Julie igual que cada día, solo que me imaginaba como se vería con un vestido rojo igual al que llevaba Emma, y estaba claro que se hubiera visto mucho mejor. A pesar de estar contento ya que ella me había escrito, también anhelaba tenerla cerca ese día, aunque no de la manera en que sucedió cuando se vio obligada a volver la tarde de navidad.

Dicen los que pasaron por ahí a la mañana siguiente, que no parecía haber nada raro en el estaque de los patos. Que las luces azules seguían prendidas en la mañana, y el agua se había llenado de basuras navideña: paja, heno, e incluso uno que otro cartón de cerveza. La calma de la plaza era la misma; el aire soplaba de un lado a otro meciendo el agua con suavidad. En el centro, rodeada por patos, se movía lo que al parecer ser un costal.

Nadie le tomó importancia, pues en el zócalo estaba programada una feria cerca de las diez de la mañana, por lo que el resto de las plazas se encontraban prácticamente desiertas.

Creo que es difícil saber cuantas personas caminaron al lado del estanque de los patos sin darle importancia a lo que flotaba ahí dentro.

Etérea, azul de invierno que a la noche engaña, y que a los niños hipnotiza. Cerró los ojos bajo un montón de paja, bailando por siempre con el aire Navideño entre los dedos que se aferraban a un cigarro. Se elevó desde el fondo antes de que el sol saliera, pero nadie la notó, ni siquiera se enteraron de su presencia como había sido siempre.

La ropa que vestía, tan grande, se había expandido en el agua, haciéndola lucir como un montón de tela flotando.

Es triste pensarlo, pero fueron un par de turistas alimentando a las aves los que notaron que aquel costal, de hecho, tenía manos. Que llevaba las uñas pintadas y estaba su piel pálida de muerte. No se movía porque ya no respiraba, ni sentía, y se había quedado dormida en el fondo del agua sin nadie viéndola.

Daniel "Un Chico Enamorado"  (EDITANDO)Where stories live. Discover now