Capítulo 12: Silencio

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Capítulo ~12~
Silencio

"...y sonrío y me callo porque, en último extremo,
uno tiene conciencia
de la inutilidad de todas las palabras."

-Ángel Gonzáles

Si eres la clase de persona lista que reflexiona sobre las cosas ya sabrás quien era la desalineada chica que se acercó a mí en el mercado. Juntando las piezas de relatos que he descrito a lo largo de la historia en donde la mencionó hay una gran pista.

Incluso después de varios minutos seguía pensando en la escena. La mujer sabía mi nombre, y al parecer estaba convencida de conocerme. Aunque podía tratarse de una chica graciosa que había escuchado a alguien nombrarme haciéndome una broma, podía ser que en serio me conociera. Aparte de Noa, Marco, Dianna y Julie dudo que alguien hablara con otra persona de mí. Excluía a mi hermano de ser el responsable porque no tenía amigas. Y mamá definitivamente estaba fuera de esto desde el inicio.

Marco y Julie eran los que quedaban, si esa chica de casualidad me conocía por alguien que formara parte de mi círculo de relaciones, ellos eran los responsables. No obstante, así como papá tenía un gran prejuicio hacia mí, era igual con todas las personas que él consideraba se salían de sus estándares de algo "normal", mientras Julie era la hijastra drogadicta oveja negra de la familia con muy malas amistades.

Y entonces todo tenía sentido. La mejor amiga de Julie acababa de salir de rehabilitación y llevaban semanas juntas. Si a ella le importaba al menos un poco definitivamente iba a contarle sobre mí a la persona en quien tenía más confianza. En parte me sentía alagado, e intrigado por lo que le hubiera dicho.

Así que, mientras Dianna compraba platos artesanales para su esperada noche mexicana le pedí salir un momento del mercado: solo.

Como una madre algo sobre protectora al principio se negó, pero después de unas preguntas me dejó salir con la condición de que regresa en cuanto viera algo extraño.

Salir no fue en realidad complicado, la gente solía apartarse con facilidad al verme pasar, y al cabo de un rato había vuelto a ver a la chica del mal corte de cabello.

Estaba intentando trepar un semi muro que dividía el mercado y el estacionamiento, supongo que para sentarse arriba, en ese momento me acerqué y reuniendo todo el aire que el respirador me permitía dije: —E...res la ami...ga de Ju...lie.

Al principio se exaltó un poco por lo que dejó de lado el muro para mirarme —: Por un momento creí que no hablabas —soltó confundida —, sí, yo soy la amiga de Julie. Creí que habías dicho que no te hablaba de mí. Quizá escuche mal con todo eso que me fumé.

A unos metros de distancia ya no se veía tan amenazadora. Menos después de haber cruzado unas cuantas palabras y darme cuenta de que no tenía fuerzas casi ni para  mantenerse de pie. Su apariencia, comparada a la de Julie, era bastante lamentable. Enseguida se notaba que no tenía el apoyo de sus padres, que quizá dormía de vez en cuando en la calle y que consumía mucho más que su amiga.  La ropa que llevaba no era de ella, de eso estaba seguro . Y antes de que se diera cuenta de que el pantalón se le estaba cayendo este dejaba al descubierto su ropa interior.

No obstante, no quería estar con ella para pensar en como lucía, quera saber qué había dicho con palabras casi exactas Julie sobre mí.

—¿Ella ha...bló mucho de mí? —pregunté.

—Já —sonrió mientras sacaba otro cigarro de su bolso —, deberías preguntar cuándo no habló de ti. Ash... —lanzó el encededor hacia la calle y se acercó hasta estar frente a mi cara —. Tú, muchacho de la silla de ruedas, te robaste a mi mejor amiga.

—¿Eso te mo...les...ta?

—Ja, ja —se alejó de nuevo —. Eso está bien —confesó con increíble seriedad —. Eres mejor influencia de la que algún día podré ser para ella. Mucho mejor. Yo estoy bien con esto, pero si tú algún día la lastimas, no me importará que tus piernas y brazos no funcionen de por sí, iré a tu casita, aunque no sepa en donde está, ¡y los romperé hasta que te alegres de tener poca sensibilidad!

***

Ese mismo día por la tarde tenía a Julie abrazada de mis piernas sentada como ovillo en el piso de mi habitación. Recuerdo que no llevaba más maquillaje que un brillo labial. Sus ojeras eran increíbles cuando no las cubría, pero en general la condición de su piel no era tan mala. Durante casi una hora se mantuvo aferrada de mí sin decir una palabra, lo que no era un silencio incómodo pero sí una situación extraña. Yo tampoco tenía nada que decir pues estaba reflexionando sobre mi comportamiento, sobre la manera tan egoísta en que había puesto mi dolor primero sin pensar en los otros.

Julie no había decidido entregar su tiempo a mí porque le sobrara, supongo que en verdad le agradaba mi compañía.

He dicho en varias ocasiones como se mostraba diferente al estar solos, y eso era una prueba de que se sentía cómoda cuando estábamos juntos.

La miraba por el rabillo de ojo intentando ser lo más discreto posible, sin notar que aunque pusiera mi rostro frente al suyo para observarla, ella no se daría cuenta.

¿Por qué? Se veía demasiado pérdida en sus propios pensamientos. La luz atravesando la ventana le pegaba directo en los ojos, pero ella no se quejaba de la manera en que solía hacerlo.

Iniciando conversaciones era malo, ya que en general los demás hablaban antes de que yo lo hiciera. Creía que alguien tenía que hablar en algún momento, no obstante, pasar la tarde mirando un punto fijo, en compañía del otro, sin nada que decir, no era aburrido. Quizá se debía a la necesidad de un momento de reflexión que ambos necesitábamos. Era probable que nuestra relación hubiera llegado a un punto en donde las palabras sobraban para que nos entendiéramos el uno al otro.

Lo complicado esa tarde era saber qué pasaba. Mi mente daba vueltas una y otra vez sobre el mismo asunto: el problema de no saber qué pensaba Julie de mí.

A pesar de que creí que su amiga respondería mis dudas, ella en verdad parecía muy confundida cuando hablamos. En algún momento sus ojos pasaron de estar fijos en los míos, a perderse entre la gente que entraba y salía del mercado.

"—Esa golfa me mira —decía —. Esa golfa me mira, y se cree mejor que yo por llevar una ropa de putita".

Luego de eso el resto de sus frases dejaron de tener sentido. Incluso cuando notó mi presencia de nuevo, al terminar de hablar de la mujer que la miraba, me preguntó quien era yo y por qué iba en un "cochecito". Le dije que venía del futuro para reparar un desastre que había   ocurrido, por lo que tenía que irme de inmediato. Ella estaba tan drogada que no dudó ni un poco de mis palabras, lo que por una parte era divertido pero por otra muy triste.

Ahora tenía a Julie en el piso con la expresión perdida, como si estuviera pensando en algo al grado de desconectarse de la realidad. En varias ocasiones me pregunté si seguía despierta, pues estaba tan tranquila. Mis manos rozaban de vez en cuando su cabello pero ella ni se inmutaba.

No me miraba, al parecer, sus ojos no veían nada.

—¿Po...demos ir a la pla...za de las flo...res? —dije.

Ella parpadeó un poco antes de volverse hacia mí —: Hace demasiado frío —se quejó —, y no tengo ánimos de salir en este momento.

No era que su tono sonara cortante, solo se escuchaba inexpresiva.

Pensando en lo que había pasado las últimas semanas me preguntaba qué le hacía sentir lo que fuera que estuviera sintiendo: ¿Qué sentía?

Así fue como descubrí que a pesar de hablar demasiado, y parecer expresar todo lo que pasaba por su mente, Julie no era buena cuando se trataba de comunicar algo que le lastimara.

Supongo se hallaba perdida en un sosiego parecido al que yo experimentaba cada vez que me encontraba solo en mi habitación con la luz apagada. Ahí es cuando descubres que todos en algún momento se ven a sí mismos indefensos.

Daniel "Un Chico Enamorado"  (EDITANDO)Where stories live. Discover now