Capítulo 22

1.2K 93 4
                                    

Y ahí la tenía durmiendo a mi lado sobre una silla azul, con los cabellos cayendo al otro lado del respaldo y una posición muy extraña que intentaba adaptar su cuerpo al pequeño espacio.

Julie tenía sus ojos cerrados dormida sobre una pequeña silla azul que no estaba dejando que su cuerpo descansara.

La habitación era blanca. Habían tubos y maquinas a mi alrededor.

Mamá dormía al otro lado de la habitación sobre un sillón también azul.

Y me dolía la garganta.

Supe en unos pocos segundos que estaba en el hospital. Al menos no había muerto.

Estuve despierto un par de minutos mirando de un lado a otro antes de que una enfermera me encontrara. En ese tiempo descubrí que el respirador en mi garganta se sentía rasposo, y cuando intenté hablar un dolor punzante se extendió por todo mi pecho.

Fuera de eso, el resto de mi cuerpo solo estaba adormilado, por lo que supuse que llevaba varios días inconsciente en el hospital.

La enfermera del cabello rizado que se amontonaba en la coleta detrás de su cabeza entró en la habitación con una charola entre las manos. Al verme despierto esbozó una sonrisa animada que hacía lucir más joven su rostro.

-¡Hola! -murmuró para no despertar a Julie o a Mamá -, ¿cómo te sientes?

-Due-le -me quejé con palabras rasposas y casi inaudibles.

-Claro que duele -asintió mientras ponía su mano sobre mi pecho -. Tuvieron que reajustar el ventilador cariño, así que intenta no hablar para evitar que haya sangre -revisó las maquinas y tomó mi presión con sus dedos sobre mi muñeca -, además del dolor, ¿sientes alguna otra molestia? -negué con la cabeza, ella volvió a sonreír -. Muy bien. Entonces me iré. Vuelvo en un rato, pero si necesitas algo el botón de enfermeras está a tu lado.

-Ju-lié... -intenté decir, pero la enfermera colocó su mano de nuevo sobre mi pecho e indicó con un gesto que no hablara.

-Si sigues haciendo eso podrías dañar tus cuerdas vocales de manera permanente -abrí los ojos muy grandes -. La chica está bien, durmió casi toda la noche en una camilla de la sala de emergencias. Vino aquí por la madrugada, así que no te preocupes.

El resto de la mañana estuve prácticamente solo. Mamá y Julie se la pasaron dormidas. Un médico vino a verme y me explicó lo que había sucedido.

Y el problema había estado en el medicamento para reducir los espasmos. El hombre dijo que las pastillas afectaban la circulación sanguínea en personas con parálisis tan severa como la mía, y esto a su vez formó un coágulo que con la típica mala suerte que me persigue llegó hasta el cerebro. Aquella noche, luego de perder la conciencia, tuve un episodio de convulsiones agresivas que desconectaron el ventilador por los movimientos bruscos de mi cuerpo, y amenazaban con dejar mis neuronas peor de lo que ya estaban.

No obstante, a pesar de que el daño cerebral fue mínimo, sí tuve secuelas después de la embolia. Problemas para concentrarme, aparte de una mayor dificultad para hablar fueron cosas en las que tuve que trabajar las semanas posteriores.

Julie estuvo conmigo todo el tiempo. Ella solo salía de la habitación para asistir a la universidad o cuando mi mente explotaba y comenzaba a sentirme frustrado.

Fuera de eso, me hacía feliz la mayor parte de las veces. Contaba sus malas bromas, hablaba de lo estresante que era la universidad. Iba y venía de un lado a otro en la habitación; escuchaba a Dianna cuando hablaba de sus arrugas, siempre negando que estuviera haciéndose vieja.

Daniel "Un Chico Enamorado"  (EDITANDO)Where stories live. Discover now