Capítulo 6: Si los Recuerdos Fueran Felicidad...

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Capítulo ~6~
Si los Recuerdos Fueran Felicidad...

"El recuerdo es el único paraíso del cual no podemos ser expulsados."
-Jean Paul

La piel caliente de su cuello bajo mi cabeza y la respiración suave en su pecho. Veía, recostado en ella, nuestros pies a menos de un metro. El cielo manchado de blanco, los árboles pintados de otoño.

Su cuello olía a perfume de flores, y sus manos rodeaban con cuidado mi cintura mientras ambos mirábamos el lago. Estábamos recostados sobre el pasto, sin nadie alrededor, con mi cabeza reposando sobre su pecho cuando me pregunté cómo habíamos llegado hasta ese punto. Ella casi estaba dormida, mis ojos se sentían llorosos, y sus manos sudorosas.

En el aire corriendo con el olor del sitio, la brisa del agua traída por las corrientes de viento. Muchas nubes blancas adornando el cielo sobre nuestras cabezas. Y dudas en mi mente sobre la manera en que siendo tan incómodos al principio habíamos terminado abrazados en el pasto. Como un sueño, uno de esos en los que asusta poder despertar, mi mano sostenía la suya. Había fruncido el ceño pues no dejaba de preguntarme qué pensaba ella. Pero sus ojos se mantenían cerrados, reflejando en sus párpados la tranquilidad con la que pasaba la mañana.

~•~•~

Luego de que bebiéramos chocolate y fuéramos a dar un paseo por el centro volví a casa.

Podía recordar a Julie. Sus bromas extrañas, y su manera peculiar de mover los pies al andar. No era buena con los chistes pues su sentido del humor resultaba muy raro, sin embargo, era imposible sonreir cuando hablaba moviendo sus manos emocionada. Era la forma tierna en que hinchaba las mejillas al contar una muy mala historia que a ella le causaba gracia lo que me hacía reír. Sus labios apretados, y la risa que salía con poder desde sus cuerdas vocales al terminar de hablar era lo que resultaba simpático.

Y al caer la noche descubrí que nunca me había reído de esa manera. Que sus palabras, aunque absurdas, me habían sacado más sonrisas que las comedias de la televisión. Cuando estaba en la cama, con la habitación iluminada por la luz azul de la lámpara de noche, me preguntaba si mi respiración agitada se debía a que el ventilador estaba dejando de funcionar, o si la risa excesiva estaba causando problemas en mis pulmones. No obstante, solo sabía que estaba feliz, y que en mucho tiempo no lo había estado.

Entonces, en medio de las dudas que aparecían una tras otra en mi cabeza mientras pensaba que en verdad me sentía contento, recordé una ocasión particular cuando fuimos a un lago con Marco y Noa. Esa, posiblemente era la última vez que recordaba a papá dándome un abrazo. En mi mente se veía un poco borroso como había sostenido mi cabeza con una mano mientras rodeaba mi cuerpo con la otra. En ese entonces él no tenía canas en su cabello, y la barba no le crecía tan rápido.

Sus ojos me miraron enmarcados por un cristal de lágrimas, creí que lloraría así que intenté tocar su cara para consolarlo sin lograr mi objetivo pues la parálisis era incluso peor en ese momento, no obstante, él solo sonrío como si hubiera puesto su mente en blanco, borrando los prejuicios junto con el miedo que tenía a tocarme, y me dio un beso en la mejilla. Sin decir nada me levantó de la silla para ir hacia el lago y sumergirnos en la orilla.

Noa corría rodeando las piernas de papá, y lanzaba agua con sus manitas. Incluso olvidamos que si el respirador artificial se mojaba podía dejar de funcionar. Fuimos una verdadera familia que hace cosas imprudentes con papá en un lago.

Aquel fue el único día en que Marco me cargó sin miedo de poder romperme. Fue la única vez que jugamos los tres sin que él bajara la mirada al verme. Después, e incluso antes, él nunca me vio de esa manera, con las pupilas inundadas de felicidad.

Pensé, entonces, que tenía mucho tiempo que no veía a Marco feliz. No sabía si era porque él simplemente no se sentía bien estando a mi lado, o si en verdad su vida era miserable. Pero estaba convencido, de que aparte de la risa que mostró ese día en el lago, nunca había visto una sonrisa suya que fuera real.

¿Sería que Julie también lo hacía sonreir a él?

Porque ella parecía ser la clase de mujer que ilumina un salón con solo pisarlo. Y no porque fuera hermosa, sino por ser ella. ¿Rara? No lo creo. Tampoco muy diferente. Quizá algo peculiar pero al final de cuentas solo era una chica. Solo que se trataba del tipo de chica que a mí me gustaba.

Daniel "Un Chico Enamorado"  (EDITANDO)Where stories live. Discover now