Capítulo 23

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Mamá fue a comprarme un traje de fiesta luego de que el doctor dijera que estaba lo suficiente bien para volver a casa la semana próxima.

Aún no podía creer que lo había logrado. Julie parecía más feliz de lo que pensé luego de preguntarle si quería ir a la fiesta conmigo. Sonará extraño, pero luego de eso no me miró de la misma manera y saber lo que pensaba se convirtió en un desafío.

Dejé de poder leerla pues en el momento en el que le hice saber que sentía algo por ella paró de actuar como lo hacía usualmente.
El resto de la tarde me miró de manera diferente a la habitual, mostrándose tímida. Escondía su rostro cuando intentaba verla, y detuvo la maquina de palabras que habitaba en su interior. Tuve que mantener la charla casi por mí mismo el resto de la tarde, obteniendo respuestas simples de su parte, lo que no era molesto, pero sí agotador.

Me preguntaba si mi forma de ser había cambiado luego de que ella regresara a la ciudad, después de confesar su amor. También estaba intrigado por saber si lo que intentaba hacer era una especie de coqueteo. De cualquier manera, era gracioso ver como se pintaban sus mejillas de rosa al notar que la estaba mirando.

Yo no sabía muy bien qué hacer. En parte su actitud detonó mi confianza, así que supongo me veía un poco más arrogante luego de darle las flores. Pero eso no parecía molestarle. No volvió a tocarme, aunque no porque estuviera incómoda, parecía querer mantener la distancia que un par de casi amantes suelen tener.

Sujetó el ramo de flores de cera bajo su pecho casi todo el tiempo, atesorando cada pétalo como si fuera lo más valioso que tenía en ese momento.

Siempre quise pensar que cuando volvió a casa por la noche tomó un florero y colocó mi regalo junto a su cama en alguna mesa de noche que debió tener en ese entonces, de la misma manera que quiero pensar durmió soñando con nuestra próxima velada; así como yo lo hice.

Cuando la fecha de la fiesta llegó, estuve ansioso todo el día, convencido de que quería que fuera la noche perfecta.

Había descubierto un lado de Julie que no imaginé habitara en ella: hablo de esa parte romántica típica de las mujeres. Los vestidos, las fiestas con veladoras, los besos bajo las estrellas y esas cosas que pensé no le gustaban.

Quizá no sea el acto, sino la persona la que despierta esa parte cursi en algunos. En mi caso, nunca me creí capaz de confesarle mi amor a nadie, ni siquiera imaginaba que algún día llegaría a estar enamorado. Y ahora pensaba con locura en algo tan empalagoso que le derritiera el corazón a mi enamorada, haciendo que quisiera quedarse atrapada en esa noche por el resto de la eternidad.

Esta vez le pedí a Noa que comprara una rosa. Al principio pensé en un ramo de muchas rosas, pero al reflexionar descubrí que no quería algo que pudiera hacer que Julie se sintiera opacada, pues ella amaba era ser el centro de atención.

Mamá me alistó como siempre, no obstante, esta vez yo mismo me aseguré de lucir lo más increíble posible considerando lo tosca que era mi silla de ruedas y las contracturas musculares que deformaban mi cuerpo.

Al llegar la hora, me encontraba vestido con un saco negro en conjunto con un pantalón también negro y una camisa blanca. La rosa que Noa compró era roja y sus pétalos eran de los más brillantes que alguna vez hubiera visto.

Me peine con el flequillo de lado, firme con cera para cabello sin que se viera tieso. Los zapatos también eran nuevos, mamá consiguió unos muy curiosos con agujetas blancas al igual que la suela. Me preocupaba que causarán ampollas o una úlcera, pues solía llevar calzado especial que evitara el exceso de presión en puntos específicos de mis pies. Pero el doctor dijo que no había gran problema si solo los llevaba un par de horas, aunque debía quitarlos de sentir dolor.

Daniel "Un Chico Enamorado"  (EDITANDO)Where stories live. Discover now