9. El salón de las velas

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Capitulo nueve

Con tanto alcohol en mis venas, es muy difícil enfocarme en ser sensual.

Tengo que intentarlo de todas formas, necesito vengarme de Ares. El ha jugado conmigo dos veces ya, él no puede ir por la vida incitando a las almas inocentes como yo y dejarlas con las ganas.

Almas inocentes...

De verdad estoy borracha, mi alma acosadora no es inocente, no con las cosas que hago en la oscuridad de mi cuarto cuando nadie me ve. Me sonrojo al recordar las veces que me he tocado pensando en Ares. No puedo creer lo pervertida que soy, en mi defensa, Ares es la primera figura masculina a la que tenía acceso al llegar a mi pubertad. Es su culpa por estar en mi campo de visión cuando mis hormonas estaban por los aires.

Ese estúpido Dios griego aún está ahí, observándome sin perderse un solo detalle de cada movimiento que hago. Lamo mis labios y me muevo al ritmo de la música, levantando mi cabello con mis manos y dejándolo caer lentamente. Trato de olvidarme de él, de ignorar lo nerviosa que me pone que él me esté mirando. No es todos los días que un chico tan guapo como Ares tiene su atención sobre mí.

Le doy la espalda para darle una buena vista de mi cuerpo, no tengo un cuerpo espectacular pero tengo buena figura y un trasero decente. El sudor comienza a rodar por el escote de mi vestido, por mi frente y por los lados de mi cara. La sed aparece casi inmediatamente, haciéndome lamer mis labios secos más seguido.

No sé cuánto tiempo ha pasado pero cuando me volteo nuevamente para mirar a Ares, el ya no está.

Mi corazón se acelera aún más mientras los busco por todas partes, A donde se fue?

¿A caso bajo las escaleras y viene por mí?

¿Que se supone que haría en ese caso?

No he elaborado mi plan de seducción a tanto alcance.

Estúpida Raquel, siempre metiéndote en juegos que no sabes jugar.

Esto no se va a quedar así. Decidida, vuelvo a caminar hacia la escalera donde está el guardia momia. El me da una mirada de cansancio, —Zona VIP.

—Ya lo sé— le respondo de mala gana, —pero un amigo esta allá arriba y me dijo que subiera.

—¿Esperas que me crea eso?

—Es la verdad, se va a enojar si sabe que me tienes aquí esperando— pongo mis brazos sobre mi pecho.

—Si tu amigo te quiere allá arriba, el debería venir a buscarte, no crees? Así son las reglas.

—¿Por qué eres tan pesado?

—Porque a leguas se ve que no perteneces allá arriba, mocosa.

—¿Disculpa?

—¿Crees que venir a un club de ricos automáticamente te da clase?

La rabia me deja sin palabras por un segundo, —Eres un idiota.

—La verdad duele, ahora vuelve a donde perteneces, mocosa.

El alcohol mezclado con la rabia me dan la fuerza para levantar mi mano e intentar darle una bofetada pero el siendo alguien entrenado para lidiar con violencia detiene mi mano en el aire.

—Suéltame— peleo para zafarme, y el solo aprieta su agarre en mi muñeca, —¡Au! me haces daño.

—Creo que ha dicho que la sueltes— una dulce voz lleno mis oídos desde atrás, voltee a mirar sobre mi hombro para ver a Apolo Hidalgo serio y bien vestido.

A Través De Mi Ventana ✔️[En librerías]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora