24. El despertar

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¡A leer!

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Ares Hidalgo.

Lo primero que siento al despertar es algo caliente a mi lado, el contacto de piel contra mi brazo me toma por sorpresa, entonces me volteo y la veo.

Sus ojos cerrados, sus largas pestañas descansando sobre sus pómulos, su boca cerrada mientras respira lentamente por su nariz. Se ve tan delicada y frágil. Un nudo se atraviesa en mi garganta haciéndome imposible respirar. Me levanto de un golpe de la cama, alejándome de ella, casi hiperventilando.

Necesito salir de aquí.

Necesito alejarme de ella.

¿En qué demonios estaba pensando?

Cogiendo mi ropa del suelo, me pongo mis boxers y mis shorts rápidamente. Salgo de mi habitación con cuidado de no despertarla, no quiero enfrentarla, no puedo enfrentar sus expectativas y romperle el corazón otra vez. No puedo hacerla llorar y verla correr de mí, no otra vez.

Entonces vuelve ahí dentro.

La voz de mi consciencia me reprocha, pero tampoco puedo hacer eso. No soy lo que ella espera, o lo que ella necesita. No puedo jugar a tener una relación con alguien cuando no creo en esa mierda porque tarde o temprano terminare hiriéndola y arruinando a una linda chica que no se lo merece.

Si sé que no puedo darle lo que ella quiere, ¿Por qué sigo atrayéndola a mí? ¿Por qué no puedo dejarla ir? Porque soy un maldito egoísta, ese es el porqué, porque el solo hecho de imaginarla con alguien más hacer hervir mí sangre. No puedo estar con ella pero tampoco dejo que este con nadie más.

Bajo las escaleras, corriendo y tomo las llaves de la camioneta del llavero.

Corre, como el egoísta cobarde que eres.

Estoy a punto de tomar el pomo de la puerta cuando escucho a alguien aclararse la garganta. Me giro para ver a Artemis sentado en el mueble, con ropa deportiva, debe venir de su rutina matutina de ejercicios, —¿A dónde vas en esas fachas?

Y es entonces que me doy cuenta que solo cargo puesto los shorts, ni siquiera tengo zapatos, —A ninguna parte— digo rápidamente, devolviendo las llaves a su lugar, no quiero parecer un idiota.

—¿Huyendo?

—No, solo estoy un poco dormido aun.

Artemis me da una mirada incrédula, —No tienes que mentir, huyes de la chica que duerme en tu cama esta mañana, ¿no?

Ni siquiera me molesto en negarlo, Artemis sabe absolutamente todo lo que pasa en esta casa a diferencia de mis ausentes padres. No digo nada, el solo sonríe y llama a Claudia.

—Tráele una camisa y unos zapatos— ordena y Claudia desaparece en las escaleras.

—¿Qué estás haciendo?

Artemis solo se encoge de hombros, —Ayudándote a escapar.

—¿Por qué harías eso?

Artemis se inclina hacia atrás, extendiendo los brazos en el sofá, —Soy tu hermano mayor, se supone que debo ayudarte en tiempos difíciles.

—Tú nunca ayudas a nadie sin recibir nada a cambio.

Él sonríe, —¿No puedo ayudar a mi hermano sin ningún motivo oculto?

A Través De Mi Ventana ✔️[En librerías]Where stories live. Discover now