16. El caballero

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¡El chico de allá arriba me recordó a Apolo!

Capitulo dieciséis

Rocky y su hábito de lamerme la mano cuando quiere comida me despierta.

La luz del sol es fuerte y se cola por mi ventana, calentando mi habitación. Mis ojos arden, y mi cara duele, me toma unos segundos recordar todo lo que pasó anoche.

Ares...

De un brinco me siento y miro a un lado de mi cama.

Esta vacía.

Mi corazón de aprieta en mi pecho, ¿Se fue?

¿Qué esperabas? ¿Qué amaneciera acurrucado contigo?

Soy una ilusa.

Lentamente, voy al baño a cepillarme pero cuando me veo en el espejo, dejo salir un chillido, —¡Santa madre de los morados!

Mi cara se ve horrible, todo el lado derecho esta hinchado y hay un morado que sube desde la mitad de mi mejilla hasta mi ojo derecho. La esquina de mi boca tiene un pequeño corte. No tenía ni idea de que ese hombre me había golpeado tan fuerte. Mientras inspecciono mi cara, noto morados en mis muñecas y brazos, supongo que por lo mucho que me jalaron de un lado a otro esos hombres.

Un escalofrió me invade al recordar lo que paso.

Después de tomar una ducha y cepillarme, salgo del baño en ropa interior, sacudiéndome el pelo con la toalla.

—¿Panties de Pokemon?

Grito al ver a Ares sentando en mi cama, una bolsa de comida y dos cafés en la mesita de noche.

Rápido me cubro con la toalla, —Pensé que te habías ido.

El sonríe, esa sonrisa que derrite mi corazón en segundos, —Solo fui por el desayuno, ¿Cómo te sientes?

—Estoy bien y gracias, eso es muy amable de tu parte.

Y la amabilidad no es lo tuyo, lo pienso pero no lo digo.

—Vístete y ven a comer, a menos que quieras hacerlo así sin ropa, no me quejaría.

Le doy una mirada asesina, —Muy gracioso, ya vuelvo.

Vestida y devorándome el desayuno, trato de ignorar a la hermosa creatura frente a mis ojos porque sino no hay manera de que pueda comer en paz.

Ares toma un sorbo de su café, —Tengo que decirlo, no podre vivir en paz sino lo digo.

—¿Qué?

—¿Pokemon? ¿En serio? Ni siquiera sabía que existía ropa interior de Pokemon.

Volteo los ojos, —Es mi ropa interior, se supone que nadie la vería.

—Yo la he visto,— sus ojos atrapan los míos, —También la he tocado.

Casi me atoro con mi desayuno, —Ares...

—¿Qué?— me mira juguetón, —Oh, lo recuerdas muy bien, ¿no?

—Claro que no.

—Entonces, ¿Por qué te sonrojas?

—Hace calor.

Él sonríe con picardía pero no dice nada. Termino de comer y tomo un sorbo de café, manteniendo mis ojos en cualquier lado menos en el pero puedo sentir su mirada sobre mí. Y eso me sigue poniendo nerviosa, me hago consiente de como estoy vestida y de cada detalle de mí que él pueda ver y desaprobar, como mi cabello mojado y alborotado.

A Través De Mi Ventana ✔️[En librerías]Where stories live. Discover now