50. The walk of Shame

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—Raquel.— sacudida de hombro, —¡Raquel!

Ser sacudida violentamente me trae del mundo de la inconsciencia de vuelta a la vida, —¡Raquel!— un susurro demandante alcanza mis oídos pero no quiero abrir mis ojos, —¡Por Dios santo, despierta!

Abro uno de mis ojos, apretando el otro mientras me acostumbro a la luz. Una figura esta inclinada sobre mi, —Que...— una mano tapa mi boca y lentamente parpadeo, tratando de ver quien esta casi encima de mi.

Cabello negro cayendo a los lados de su cara...

Dani.

—¡Shhh! Necesito que te levantes con mucho cuidado.

Le doy una mirada de 'Pero que mierda pasa', ella luce desesperada, —Te explicaré luego pero necesito que te levantes con cuidado y no hagas ruido.

Espera un segundo, primero que nada, ¿Dónde carajos estamos?

Anoche...

Mi mente pasa por una series de imágenes demasiado vergonzosas: Margaritas, vodka, bailes encima de la mesa del club, Gregory haciendo stripper, Ares y yo besándonos delante de todo el mundo, Dani y Apolo dándose miradas de 'Si te descuidas, te follo esta noche'

Oh Virgen de los abdominales, me voy a ir al infierno.

Básicamente cometí demasiados pecados en una sola noche. Y no solo eso, tuvimos que venirnos en Taxi a la casa de Marco, que era la única casa sin supervision adulta. Más alcohol, aún más shows de striper, más miradas sexuales entre Apolo y Dani, y aún más besos entre Ares y yo.

Dani libera mi boca y yo me siento, mi estomago se revuelve y mi cabeza palpita, —¿Qué pasa?— mi garganta arde, seca, lastimada por tanto alcohol.

Dani levanta su dedo indice a sus labios y me hace un gesto a mi lado.

Ares esta durmiendo a mi lado, acostado sobre su estomago, su cabeza en dirección contraria a nosotros. La sabana hasta un poco mas arriba de su cintura, esta sin camisa, su tatuaje visible y ese cabello negro desordenado apuntando a todos lados.

Dios, despertarse al lado de semejante hombre tiene que ser un privilegio, tal vez me este gastando toda la felicidad de mi vida con este chico pero vale la pena.

Dani me trae de vuelta a la realidad, pasando su mano frente a mi cara.

Con cuidado, me levanto, el colchón cruje y ambas miramos al Dios griego, pero él esta en el más allá. Siento un ligero dolor en mi entrepierna y me mareo un poco, Dani me sostiene esperando que me estabilice.

No vuelvo a beber.

Lo se, eso dije la vez pasada.

El alcohol es como un ex no superado, prometes no volver a caer, no probarlo nunca más pero te seduce y caes de nuevo.

Busco los tacones que llevaba puesto anoche que están tirados en una esquina de la habitación y un recuerdo viene a mi mente:

—¡Hechizame, bruja!— Ares grita, mientras entramos al cuarto torpemente. Él me toma de la cintura para besarme ligeramente.

Yo suelto una risita, —Estas tan borracho.

Se te ve tan lindo con sus mejillas rojas y sus ojos entrecerrados.

Ares me señala con el dedo, —Tu no eres la personificación de sobriedad tampoco.

—Guao... personificación, ¿Cómo se las ingenia tu cerebro intoxicado para decir recordar esas palabras?

A Través De Mi Ventana ✔️[En librerías]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora