66. La Despedida

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Dedicado a todos ustedes por su paciencia y amor por este libro. 

La despedida - Último capítulo

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Ha llegado el día...

El día que él tiene que irse, que pasará de estar a unos metros de mi como mi vecino a estar a cientos de millas de distancia.

El silencio reina entre nosotros, no es incomodo pero si es doloroso, porque ambos sabemos lo que estamos pensando: La inevitable realidad.

El cielo esta hermoso, las estrellas luciéndose en su máximo esplendor, tal vez sea un intento de iluminarnos esta tristeza desgarradora.

Hay cierto dolor inexplicable en lo inevitable, es mucho más fácil alejarse de alguien cuando te ha roto el corazón, cuando te ha hecho daño, pero se siente imposible hacerlo cuando no hay nada malo entre ustedes, cuando el amor sigue ahí, vivo, palpitando como el corazón de un recién nacido, lleno de vida, exhalando futuro y felicidad.

Mis ojos caen sobre él, mi Ares.

Mi Dios griego.

Ahí esta, con su cabello despeinado y ojos rojos por la larga noche y aún así luce hermoso.

Mi pecho se aprieta, acortando mi respiración.

Duele...

—Ares...

Él no me mira.

—Ares, tienes que—

Él menea la cabeza, —No.

Ay, mi cuadripolar.

Lucho con las lagrimas llenando mis ojos, mis labios tiemblan. Mi amor por él me consume, me asfixia, me da vida y me la quita.

Su vuelo sale dentro de media hora, ya él tiene que entrar al área donde espera subirse al avión a donde no puedo entrar. Estamos en el área de espera del aeropuerto, donde podemos ver el cielo a través de los videos transparentes del lugar.

Su mano roza la mía suavemente antes de tomarla con fuerza, él aún no me mira, esos ojos azules enfocados en el cielo. En cambio yo, no puedo dejar de mirarlo, quiero recordar cada detalle de él cuando ya no este, quiero recordar lo que se siente estar a su lado, sentir su calor, su olor, su amor. Tal vez suene empalagosa, pero el amor de mi vida esta a punto de montarse en un avión y separarse de mi por quien sabe cuanto tiempo, tengo derecho a ser cursi.

—¿Ares?— la voz de Apolo suena detrás de nosotros, tiene ese mismo sentido de urgencia y tristeza que tuvo mi voz cuando le recordé que era hora de irse.

Ares despega los ojos del cielo y baja la cabeza.

Cuando se gira para enfrentarme, me esfuerzo para sonreír a través de las lagrimas formándose en mis ojos pero no alcanzo a llegar a una sonrisa triste.

Él se lame los labios, pero no dice nada, sus ojos enrojecidos, y se que no puede hablar, se que en el momento que hable, llorará, y él quiere ser fuerte por mi, lo conozco tan bien.

Él aprieta mi mano con fuerza y las lagrimas escapan mis ojos, —Yo se.

Él limpia mis lagrimas, sosteniendo mi rostro como si fuera a desaparecer en cualquier momento,—No llores.

Yo me rio falsamente, —Pideme algo un poco más fácil.

Él me da un beso corto pero lleno de tanta emoción que lloro silenciosamente, lo salado de mis lagrimas mezclándose en nuestro beso,—No te des por vencida, acosame, persigueme, pero no me olvides por favor.

A Través De Mi Ventana ✔️[En librerías]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora