Capítulo 6: Incertidumbre

98 22 8
                                    


A la mañana siguiente, Ekaterina despertó, eran las seis de la mañana; ella se estaba alistando para dirigirse a la escuela Lomonosovskaya; escuela de primer nivel en Rusia. Katya continuaría sus estudios medio superiores en ese lugar, alternándolo con sus entrenamientos en la academia Ruslanova, perteneciente a Nadia. Katya se dirigió al comedor para desayunar. Para ese entonces su antigua nana ya estaba de regreso; era una mujer de aproximadamente sesenta y cinco años, cabello marrón, complexión robusta, piel blanca, casi pálida, ojos color miel y un carácter verdaderamente dócil y cariñoso. Ella vestía ropa acorde a su labor de nana y ahora ama de llaves: un traje con falda en color gris, zapatos negros y un peinado en cola de caballo. Su nombre era Natasha Darievna Smirnova; ella ya estaba en el retiro, pero su cariño hacia Katya o Katyusha, como cariñosamente le llamaba, era tal que no dudo en regresar a su lado en el mismo instante que Sora la llamo.

― ¡Babushka, que gusto me da verte! ¡No puedo creer que estés de regreso! ¡De verdad me has sorprendido gratamente!

― ¡Linda Katyusha, para mí es un gran honor y placer estar de nuevo contigo! Sabes que te adoro y no lo pensé dos veces cuando tu madre me llamo.

Ekaterina se puso de pie, abrazo a su querida nana y de inmediato le ofreció sentarse con ella para desayunar juntas. La actitud de Katya era realmente diferente a lo que acostumbraba, era evidente que al estar con esa venerable señora la hacía sentirse mejor que nunca. Ambas se sentaron a desayunar mientras la sirvienta les servía sus alimentos. Katya le conto con lujo de detalle lo que meses atrás había vivido a lado de su madre y lo que ahora mismo vivía en la academia y en la escuela. Natasha únicamente sonreía ante cada palabra de su niña hermosa, para después proferir palabra.

― ¡Mi linda niña!, te dije muchas veces que no desconfiaras de tu madre, que no pensaras mal de ella, pues tarde o temprano te llevarías una sorpresa. Al menos de cierta forma aprendiste, aunque tuvo que ser gracias a un acto de tu madre, sin embargo, creo que fue mejor de ese modo, pues ahora te veo más tranquila que antes.

―Así es nana, si bien mi madre y yo aún tenemos cierta diferencia respecto a lo que pensamos cada una, pero ya tengo varios meses tomando terapia psicológica y poco a poco me ha ayudado a ver las cosas de mejor modo en todo aspecto. Me queda claro que aún me falta mucho por recorrer y avanzar, pero ya es ganancia.

―Me da mucho gusto pequeña, sólo espero que tu enfermedad no sea un gran obstáculo para lo que deseas hacer.

―No te preocupes babushka, si bien es cierto que me canso mucho, con el tratamiento que estoy recibiendo me he sentido mejor y he controlado mi mal de manera más eficaz.

―Me parece perfecto pequeña. Lo estoy pasando muy bien contigo, pero creo que ya es momento de que te retires, pues debes cumplir con tus deberes escolares.

―Así es nana, y hoy será un día largo, tengo mis clases de violín y después mis labores en la academia de Nadia.

―Ya veo, tu madre tuvo una gran idea al mandarte con la niña Nadia. La recuerdo muy bien, ella siempre fue bastante impulsiva y ahora por lo que sé, es todo lo contrario; se nota que ella aprendió muy bien de Sora.

―Todos dicen eso, sinceramente a mí me habría gustado que mi madre me enseñara lo que sabe, pero no se puede tenerlo todo y más ahora que ella es la encargada absoluta de todo lo cultural en Rusia. Entiendo que con eso le es prácticamente imposible enseñarme y por ende me envió con su única alumna.

―No pierdas más el tiempo mi niña ―dijo Natasha mientras sonreía dulcemente.

―A todo esto, ¿en dónde está mi padre?

Kaleido Star: El resplandor de una estrellaWhere stories live. Discover now