Capítulo 20: Volaremos juntas

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Había transcurrido una semana desde que Ekaterina, Alexia, Sora y Gabrielle llegaron a Oymyakon; en ese lapso de tiempo las dos alumnas de Sora estaban sintiendo en carne propia el terrible dolor, cansancio y sufrimiento que significaba para ellas ese cruento entrenamiento. En sus caras, a pesar de apenas haber pasado una semana, ya se notaba un cansancio extremo y sus cuerpos con dificultad podían hacer movimiento alguno.

— ¡Pónganse de pie niñas!—gritó Sora—. No hay tiempo que perder. Necesito que efectúen mil abdominales colgadas de cabeza en aquel precipicio. Ahora aumentare su peso al triple de lo que ya traen a cuestas.

— ¡Maestra Naegino! —Dijo una sollozante Alexia—. ¿Otras mil? ¿Y con el triple de peso? Si nos hace eso Katya volverá a desmayarse mientras está colgada y eso puede ser muy peligroso.

Sora miró fijamente a Lyosha y, sin pensarlo dos veces, le ordenó a ella hacer mil abdominales más que a Katya por el simple hecho de cuestionar su orden. En ese momento Alexia comprendió que con la 'Zarina' no habría medias tintas ni remordimientos, aunque fuese su propia hija la que le pidiera tregua, y desde ese instante ella optó por no volver a llevarle la contraria a su maestra. Cabe señalar que las jovencitas pesaban alrededor de cuarenta y tres kilos perfectamente distribuidos para lo que median; ellas estaban cargando el doble de su peso gracias a su equipo especial y a las pesas extra que Sora les colocó, es decir, que estaban cargando poco más noventa kilos a cuestas todo el tiempo lo cual era verdaderamente una barbaridad para tan diminutos cuerpos y ahora su entrenadora le agregaría de entre cuarenta y tres a cuarenta y cinco kilos más, llegando a una suma bestial de aproximadamente ciento treinta kilos para unas niñas con un peso de cuarenta y tres kilos. Eso era algo simplemente sin precedentes y una tortura sin sentido alguno para la gran mayoría de seres humanos. Aunado a todo eso, el clima era una tortura extra pues no dejaba de nevar en ningún momento; la nieve hacia todavía más pesado el andar de la chicas y para colmo de males Sora las tenía entrenando únicamente con su ropa especial, la cual era todo menos cómoda y caliente; en dicha ropa ya se notaban estragos de suciedad, vomito seco y como ambos atuendos era claros, se podía percibir cierto color amarillento en la parte baja del mismo, comprendiendo con esto que seguramente ambas ya se habían orinado e incluso defecado sobre estos al haberles ganado la necesidad de ello. En ese momento las dos jovencitas reanudaron su entrenamiento y esto sucedió:

— ¡Tu madre cambio demasiado desde que comenzamos a entrenar! Es muy dura.

—Gabrielle y Nadia me lo advirtieron, me dijeron que ella se toma verdaderamente en serio su labor y que nosotras lo sentiríamos en carne propia. Por un momento pensé que bromeaban pero tenían razón, puesto que, llevamos apenas una semana y yo siento como si hubiese pasado un año.

Ambas comenzaron sus abdominales, el viento las hacia perder el balance y les era imposible poder ascender para completar el ejercicio.

Sora y Gabrielle, ambas desde arriba, observaban el acontecer de las cosas y fue entonces que le bella rubia habló:

—Eres cruel querida Sora, deberías ser más flexible, apenas llevan una semana y han avanzado más de lo que yo misma pude imaginar.

—Si flaqueo en este inicio, después pensaran que la vida en el escenario no es seria. Yo no quiero mediocridad en mi equipo, y menos en mis alumnas, por eso esta etapa inicial del entrenamiento es fundamental y en donde deben demostrarse a sí mismas que están hechas para todo esto.

—Te entiendo pero en el lapso de estos días tu hija se ha desmayado dos veces quedándose colgada y tú la dejas así sin más. ¿Crees que sea positivo que tu otra alumna vea que eres así de cruel con tu propia hija?

Kaleido Star: El resplandor de una estrellaWhere stories live. Discover now