Capítulo 33: Tanya y Avdunya lazos de amistad

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Habían trascurrido tres días desde que Sora dio los nombres de los seleccionados para la selección Elite y para la Clase A. En ese lapso de tiempo ellos se dirigieron a la fría Siberia, Dunya, evidentemente, ya se había unido a ellos y se encontraban entrenando arduamente en aquel lugar de costumbre.
Faltaban ocho días para su primera competencia no oficial, es decir, la que se llevaría a cabo en España.

Las miradas de aquellos todavía niños, denotaba un cansancio descomunal, sus rostros, sucios y rosados a casusa del frío, estaban llenos de cicatrices, cortadas y moretones, lo mismo que su cuerpo entero, pero la más maltrecha era Avdunya quien estaba tumbada boca abajo sobre un montón de nieve cerca de un árbol gigante que se encontraba próximo a ella.

—¡Avdunya, sigues tú de nuevo! —habló Sora—. Arrójate otra vez al precipicio y trata de esquivar todos y cada uno de los obstáculos que he puesto, pero ahora quiero que no te golpeen, ya llevas tres días y no puedes superar una prueba tan sencilla.

—Entrenadora, le juro por lo más sagrado que no puedo, lo intento, pero me es imposible lograr algo tan complicado como eso y me parece injusto que sólo yo sea la que esté haciendo ese ejercicio y...

En ese momento Sora le arrojó una pelota que pesaba aproximadamente quince kilos dándole un tremendo golpe en el abdomen a Dunya y dijo:

—¿Dices que es injusto que sólo tu hagas ese entrenamiento? ¡No seas estúpida! No voy a hacer que mis demás alumnos retrocedan haciendo un ejercicio tan básico como ese. ¿Qué tan difícil es, como acróbata especializada, arrojarte desde este enorme precipicio atada con un arnés de seguridad y esquivar cada obstáculo? Dentro de mis entrenamientos eso es básico y de calentamiento, pero eres tan inútil que no puedes con algo tan simple.

El entrenamiento que Sora le estaba exigiendo a Dunya era muy parecido a cuando ella (Sora) entreno con Layla Hamilton bajo las ordenes de Kalos previo a ejecutar la técnica Fantástica. Es decir, se tenía que arrojar al barranco o precipicio atada con un arnés de seguridad a la cintura corriendo por las paredes de dicho barranco mientras esquiva los obstáculos que son palos horizontales acomodados de cierta forma que ayudan a la agilidad, equilibrio y fuerza de piernas al estar corriendo en una posición contraria a la gravedad habitual. Aparte de eso debía esquivar mazas metálicas que se balancean de un lado a otro intentando golpear al que pase por ese lugar.

—¡Ekaterina Maksimova, ven acá y deja lo que estás haciendo ahora mismo!

En ese momento Katya, quien estaba colgada de cabeza recibiendo mazazos en todo su cuerpo y con algunas visibles lágrimas en sus ojos y mejillas bajó y dijo susurrando:

—¡Bendito sea Dios! Al menos ha parado un poco este martirio.

Ella llegó junto a su madre, Dunya la miró a los ojos, pero la mirada de Katya estaba llena de furia, una furia tan grande que de tan solo verla te intimidaba. Su ropa estaba hecha un caos. A diferencia de Dunya, quien vestía un gran abrigo invernal para soportar el frio, por su parte Katya únicamente portaba unas mallas ligeras que le llegaban hasta las rodillas y una playera blanca de manga corta sin nada más. Su piel blanca ahora estaba en un tono azulado y mezclado con los moretones daba temor de solo verla.

—¿En qué la puedo ayudar entrenadora? —preguntó Katya.

—Haz el ejercicio del precipicio para que Dunya vea lo fácil que es.

—Así lo haré entrenadora— respondió Katya en tono servil y robótico, para después arrojarse al barranco, pero sin arnés que la protegiera.

Dunya no podía creer que Katya sin objetar se arrojara al vacío y sin protección, pero mayor fue su sorpresa al ver como su compañera ejecutaba el ejercicio sin mayor problema con un manejo brutal del equilibrio y la gravedad que parecía estuviese haciéndolo en suelo firme. Tras un par de minutos Katya terminó y regresó hasta donde estaban su madre y su compañera.

Kaleido Star: El resplandor de una estrellaWhere stories live. Discover now