Capítulo 43: Apoyo y comprensión

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Los gemelos Naegino siguieron abrazados por varios minutos ante la mirada sobria de Maksim —su padre— y Sora, quien igualmente estaba llorando, lo mismo que Gabrielle; la escena fue realmente conmovedora y tierna hasta que por fin ambos hermanos se soltaron, limpiaron sus ojos y tomados de la mano voltearon para ver a sus padres. En ese momento Sora habló:

—¡Hijos míos, deseo pedirles perdón por haber sido la principal culpable de haberlos separado por largos, largos años!

Sus hijos no decían palabra alguna, se limitaron a escuchar a su madre hasta que ella terminará de hablar.

—Sé que no tengo pretexto y soy merecedora de su odio o rencor en caso de que lo tengan y estarían en su derecho. Su padre y yo hicimos todo esto pensando en su seguridad, pero no es excusa, principalmente mía y por eso deseo, desde el fondo de mi corazón, que me perdonen si les es posible.

En ese momento Sora se arrodilló y colocó sus manos en el piso mientras agachaba la cabeza hasta el piso (dogeza) al estilo japonés como muestra de un sincero arrepentimiento, pero de estar consciente de no merecer el perdón de los agraviados, en este caso sus hijos.
Maksim, Gabrielle y Alexia, poco o nada acostumbrados a ver una disculpa de ese tipo, si bien sabían el proceder de eso, no estaban acostumbrados, y mucho menos ver a Sora "humillarse" de semejante manera ante nadie; pero algo era claro, sus hijos eran lo más importante para ella y sabía muy bien que tarde o temprano ese momento llegaría, aun así la sorpresa era muy grande para Maksim y las anteriormente mencionadas.

En ese instante los gemelos, de inmediato, fueron hasta donde su madre se encontraba y sin pensarlo la levantaron rápidamente; fue ahí que Junichi habló.

—No hagas eso madre, nunca más vuelvas a hacerlo. Todo lo que has hecho nosotros lo entendemos. Quizás para algunos sea extraño que diga esto, pero todo lo que hiciste, al menos yo entiendo que fue por nuestro bien, aunque no haya sido la manera más ortodoxa ante los ojos de la mayoría.

—Mi hermano tiene razón madre. Nunca más vuelvas a arrodillarte ante nosotros; tu eres Sora Naegino, la gran 'Zarina' y nosotros, tal cual dijo mi hermano, entendemos tus actos, a final de cuentas, con todo y tus métodos poco ortodoxos, nos criaste muy bien a ambos, nos estás convirtiendo en personas de bien y nunca nos ha faltado, ni nos faltará nada. Deja de culparte de cosas que, para nosotros como principales afectados, son irrelevantes.

En ese instante Sora se puso de pie y su semblante cambió por completo sintiéndose más tranquila y quitándose un gran peso de encima después de haber escuchado a sus hijos.
Tras darse un afectuoso abrazo —Sora, Maksim, Katya y Junichi— familiar, Katya fue la encargada de cambiar el tema tras decir lo siguiente:

—Todo esto ha sido hermoso mamá, papá, pero cortaron mis vacaciones en Francia por alguna razón y creo que ya es hora de ponernos a charlar respecto a ese tema.

—Es cierto hija—dijo Sora—, pero antes de hablar de eso necesito que tú, jovencita, y Alexia Alekseyeva Passel hablemos de algo que recién voy descubriendo.

El rostro de Lyosha palideció al escuchar que Sora la llamaba por su nombre completo, cosa que solo hacía cuando estaba molesta o deseaba platicar seriamente y esto aconteció.

—Este, madre, yo, bueno, este —profirió Katya nerviosamente al tiempo que se sonrojaba.

—Se- se- señora Naegino, 'Zarina' yo, bueno, esto... —intervino Lyosha igualmente nerviosa.

Kaleido Star: El resplandor de una estrellaWhere stories live. Discover now