Capítulo 4

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Azoté contra las baldosas del centro de mi ahora destruido castillo. Gruñí mientras clavaba mis garras en el cemento para frenar mi caída lo más posible y no abrir esa delgada línea entre el cementerio de Edom y Edom.

En cuanto frené mi caída por completo divisé a Aroc, quien salía como rayo para atrapar a Emma. No me podía quedar atrás de ninguna manera.

Con un solo impulso salí del nuevo agujero que mi cuerpo había causado y sobre pasé el suelo, mi salto había tenido mucha fuerza, sin embargo caí como una pluma en el tejado de mi castillo.

Aroc se impulsaba del techo y una vez atacaba a Emma volvía para volver a darse impulso.

La ira hirvió dentro de mí y con un impulso llegué a la espalda de Emma donde se posaban sus ahora renovadas alas, ella sintió el peso y comenzó a arañar su espalda para quitarme de encima.

Trataba con toda mi fuerza de aferrarme a Emma para no caer, puesto que ella había agitado sus alas elevándose y dejando una distancia impresionante entre el suelo y nosotros.

La suprema agitó una vez más sus alas y logró quitarme de su espalda, pero logré sostenerme de una de sus alas rasguñando hasta tomar un punto fijo para no caer.

Emma agitó sus alas llevándome con ella, pero a la vez que había agitado sus alas, la que cargaba con mi peso se había desprendido un poco de su raíz provocando un alarido de parte del ángel y su descenso por el dolor.

Observé para abajo, mis manos no iban a aguantar mucho más, la única solución que me quedaba era seguir balanceando mi cuerpo hacia abajo para que Emma no me dejara caer al vacío.

Apreté mis labios y con mis piernas me di impulso para hacer que bajáramos más y con ello quejidos de parte de Emma. Repetí el procedimiento 3 veces más haciendo que su ala quedara a la mitad de su agarre.

Sólo faltaba un jalón más para que llegara a una distancia considerable y me pudiera soltar del ala de Emma, pero eso no me dejaría satisfecha en lo absoluto.

Hice dos jalones más y mis pies ya habían tocado el techo de mi castillo, Aroc se acercó y le hice una seña para que se alejara.

Estaba a un jalón de arrancar el ala de Emma, la sonrisa crecía en mi boca y Emma sólo agitaba su otra ala tratando de mantener el equilibrio.

Alcé su ala dispuesta a terminar de una vez por todas, pero un cuerpo se estampó contra el mío haciendo que el ala de Emma resbalara de mis manos y ella aleteara lejos con una mueca de dolor.

El cuerpo me soltó en una parte lisa del techo y rodé para ponerme de frente con mi enemigo.

El pecho de la chica subía y bajaba, su boca estaba entreabierta formando una sonrisa, Helen me observaba con tanto fuego en sus ojos que podría quemarme. Estaba claro que quería venganza.

Mi espada había resbalado de mis manos cuando había soltado a Emma y en cambio saqué una cuchilla de la cuerda posada en mi pierna.

Helen negó con la cabeza chasqueando su lengua contra su paladar.

Se irguió en toda su altura y su pelo negro ondeó por la brisa de Edom, la noche se reflejaba en sus ojos azules. Sus manos sostenían un arco a la perfección y la flecha tenía como objetivo mi garganta, la cuerda del arco tocaba su labio. Era una táctica que no fallaría en absoluto en dar con su objetivo, y aunque eso no me mataría le daría un poco de ventaja tenerme débil.

Cuando la mano de Helen dejó de tocar la base de la flecha rodé por el suelo esquivando su ataque y así fue con cada una de sus flechas hasta que se cansó de estar jugando y voló contra mí tirándome al vacío sin aviso alguno.

Mis ojos se abrieron con impresión y mis manos se sacudían con frenesí para tomar algo, en cambio otro cuerpo impactó contra mí tomando mis brazos y volando por los aires.

Era Emma, con su ala sanada y todo su fulgor. Me balanceaba a su gusto.

En lo más alto me dejó caer al vacío y lancé un grito desde el fondo de mi garganta.

¡Aroc!

El susodicho volteó a verme y se impulsó para detener mi desesperada caída, pero Jared impactó con él mucho antes de que pudiera tocarme.

Era un caos.

Los ángeles se revelaban contra todos los demonios de Edom, y su reina caía por los aires.

A metros de que mi cuerpo impactara contra el duro y frío suelo, Karla tomó mi cuerpo violentamente y me elevó más para después volver a dejarme caer y que Pamela me agarrara ésta vez.

Era un maldito muñeco de trapo, iba de Emma a Helen y después a Pamela, sin contar que Zianya se había sumado en la última ronda y había sido quien había impactado su pierna contra mí y ahora sí impactara con fuerza en el suelo y quedara totalmente destrozada y sin fuerzas para seguir luchando.

Las cuatro chicas se abalanzaron contra mí y yo sólo esperaba lo peor, pero de repente Emma cayó en picada sin aviso alguno, y las otras 3 ángeles le siguieron sin rechistar.

Observé a mi derecha y pude ver a Aroc con los tranquilizadores en la mano y a Jared con un tranquilizador en su cuello.

Él se acercó a mí y me ayudó a levantarme.

—¿Estás bien? — preguntó observando mis ojos, yo en cambio observaba a los ángeles que yacían en las baldosas de mi castillo.

Asentí con la cabeza tragando saliva y lanzando un suspiro.

— Llama a los herreros. — le dije sin dejar de ver a Emma. — Que construyan otra celda, ésta vez que pongan todo el acero que tengan que poner, y si es necesario, que pongan un maldito hechizo que solo yo pueda quitar.

Avancé a mi habitación dejando a Aroc confundido.

Él no tenía la culpa en absoluto. Temía por mi vida al igual que yo, era lo único que ahora me preocupaba.

¿Por qué hasta ahora Emma había decidido enfrentarse de esa manera?

¿Acaso era un aviso que tenía que tomar en serio?

— Hija. — llamó Lilith desde la puerta mientras yo observaba mi reflejo en el espejo, me veía fatal.

— Llama de nuevo a las súcubos, tienen que volver a construir todo lo que han derrumbado. — la observé a los ojos. — Y necesito las velas.

Los ojos de mi madre se abrieron con impresión

— ¿Las velas? — preguntó afirmando lo que había dicho.

— Tráelas. — ordené y ella asintió saliendo de la habitación.

Las 6 velas negras en forma de mujer eran las indicadas para poder sacar a Azazel de Landimus, su reino. Era necesario hacerlo con precaución y tenía que practicarlo repetidamente hasta que todo saliera a la perfección.

Necesitaba la ayuda de mi tío para poder exterminar de una vez por todas a Emma. Y no sólo eso sino que sería difícil por el hecho de que había sellado el viejo castillo de Edom para que no entrara más, es por eso que necesitaría la ayuda de la hija de Azazel.

¿No eres capaz de hacerlo sola?

Verno, el surgimiento de un demonio (Saga Genus #2) Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon