Capítulo 35

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Emma

— ¡No! ¡Espera!

Mi navaja se quedó suspendida al oír aquella voz tan llena de miedo y nerviosismo a la vez.

Phoebus bajaba de entre las pequeñas escalinatas que quedaban escondidas en los escombros.

Con una mano sostenía parte de su vestido para no arrastrarlo.

— ¡Espera por favor!

Sus ojos estaban llenos de lágrimas y el viento azotaba su pequeña y mugrienta cara con sus cabellos dorados.

Corrió hacia Verno y se arrodilló frente a ella sosteniendo su cabeza.

Sollozó un poco y después alzó la vista para observar mi rostro, suplicante.

Por favor... No lo hagas...

Bajé mi brazo un poco para no asustarla con algún movimiento.

Mi ceño se frunció y bajé la cabeza para verla con más claridad.

¿Por qué la defiendes?

No lo entenderías... Sólo trata de perdonar, por favor...

Mis ojos se entrecerraron hacia ella y me arrodillé para quedar a su altura.

¿Ella te ha contado lo que le hizo a mi familia? ¿Te contó cuántas veces ha tentado contra la vida de mi hermano? ¿Ha mencionado cómo nos usó a todos nosotros?

Yo sé que Verno ha hecho mucho mal a tí y a los tuyos... Pero ella no está en sus cabales... Por el amor a lo que riga tu corazón, perdónanos...

Observé su cara con atención.

¿Perdónanos? Pero ella no había hecho nada...

Parpadeé un poco confundida. No sabía lo que Verno estaba haciendo con Phoebus, pero esperaba que nunca la envenenara tanto cómo lo había hecho con ella misma.

Suspiré y giré mi cabeza hacia un lado.

En lo alto de una montaña de escombros, la prima de Verno se posaba en toda su altura observando la escena.

Era raro que aún no hubiera atacado.

Lo pensé un momento.

Observé a la niña y me erguí.

— Mi problema no es contigo, ni con los tuyos. — me golpeé mil veces la cabeza antes de decir lo que mi subconsciente quería escuchar. — Reciban mi perdón tú y tu reinado.

— Ay, Dios, gracias, en realidad gracias. — sollozó Phoebus ocultando su cara con su cabello. — Gracias...

Me dolía la cabeza de tanto pensar todo.

— Pero ella no. — dije observando a Verno.

Observé a Maye después. Ella ladeó su cabeza.

— ¿Verno? ¿Por qué? — sollozó Phoebus.

— Es un saldo que tengo con ella... — me dí la vuelta observando lo que quedaba de la entrada del castillo. — Nada que tenga que ver contigo.

— Pero...

— No es personal, se lo debo a muchas personas que ahora no viven. — la atmósfera era clara y observé la fuente de luz de Edom. — Si no ataco ahora es por respeto a tí, y a lo que queda de tus súbditos.

Oí a Phoebus tragar saliva.

— ¿Volverás? — dijo herida.

Bajé la mirada observando sangre en las baldosas.

Verno, el surgimiento de un demonio (Saga Genus #2) Where stories live. Discover now