Capítulo 47

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Jared

— ¡Jared! — gritó Emma.

Observé a mi alrededor buscando a mi amada con desesperación.

Me preocupaba el hecho de no haber visto ningún rastro de ella desde que una burbuja de agua nos había cubierto totalmente.

— ¡Emma! — la llamé entre todo el alboroto que se había desatado.

Al parecer Nerea necesitaba la ayuda de más elementus de los que había llevado consigo y fue por eso que ellos habían decidido dejarnos sin previo aviso y unirse a Nerea en su pelea contra Azazel.

Nuestra reacción fue rápida, sin embargo, los demonios tomaron ventaja y comenzaron a atacar sin piedad.

Verno había manipulado a uno de los elementus para desviar una bola de fuego en dirección a una gran muralla de piedra. Nos desconcertamos puesto que pensamos que en su defecto la iba a dirigir hacia nosotros.

Habían surgido tres explosiones y una provocada por descuido de un elementus.

Dicho descuido había causado un derrumbe a la misma muralla que Verno trataba de atacar y en consecuencia muchos ángeles heridos, entre ellos Anton, y Zianya llamaba a Emma por sus poderes de sanación.

— ¡Jared! — gritó de nuevo Emma, pero su grito parecía ser distorsionado.

Busqué a Zianya para tratar de ayudarla con Anton, pero ella estaba ocupada tratando de vencer a dos súcubos.

Tomé a una de ellas por el cuello y rasgué su garganta mientras que Zianya encajaba su espada en el estómago de la otra.

— ¿Dónde está Emma? — le pregunté una vez que se vió libre de peligro.

Las lágrimas corrían por las mejillas de Zianya y ella trató de controlarse tomando aire.

Negó con la cabeza y tragó saliva.

— No sé, no sé... — sus lágrimas estaban limpiando su cara llena de icor y uno que otro corte de ella.

Tomó su cabeza con su mano temblorosa y sus labios titubearon.

— Dijo algo sobre estar atrapada... — su voz se quebró y rompió a llorar. — No pude escucharla, me atacaron por detrás... — volteó un poco para que pudiera observar cómo una parte de su ala había sido despegada de su espalda. — Lo siento, Jared... No sé dónde está. — su llanto se volvió ruidoso.

No podía dejarla así, tenía que encontrar a Emma tan pronto como pudiera.

Pero, tenía miedo a que perdiera su poder en cosas que tal vez sanarían después de que la pelea terminara.

Pero ellos eran nuestra familia...

— ¡Qué pena! Morirás aplastada como lo que eres... Un simple bicho con alas. — Verno gritó una vez que había tomado a un elementus de fuego y lo había lanzado contra la muralla de piedra.

Volé rápidamente y tomé a la chica que tenía cara de pánico.

La bajé al suelo y ella salió corriendo.

Verno me observó con una sonrisa ladeada.

— Vaya, vaya... — su cabeza se inclinó un poco y me observó de arriba abajo. — Hace tiempo que no te veía, Jared. — escupió mi nombre con desprecio evidente. — ¿Sabes? Si me hubieras elegido a mí, justo ahora no estarías apunto de morir. — su sonrisa se alargó anormalmente y sus colmillos​ crecieron.

— Y si tú hubieras elegido dejarnos en paz, tu vestido no estaría quemándose. — mi vista se desvió a su falda y ella se alarmó al sentir la llama quemar su pálida piel.

Aproveché el momento para encajar mi espada en su cuello y ella lanzó un alarido de dolor.

Me hice para atrás al ver su cuerpo deformándose tenebrosamente.

Tomó al elementus de fuego como si fuera un juguete y lo lanzó en mi dirección con una fuerza sobrehumana.

Lo esquivé y ella fue a parar en el pico de la muralla destrozando un poco más de su estrecha estructura.

Las piedras comenzaron a caer dentro de la misma y un grito de dolor llenó el aire.

Me dí cuenta de que había alguien atrapado dentro de la muralla y al querer avanzar hacia ahí Verno tomó mi cuello y me lanzó contra una casa.

Con el cuerpo adolorido y mis alas lastimadas, me levanté como pude y encaré a Verno.

Ella estaba acercándose peligrosamente con un poco de icor en su cara.

— Mal, mal, mal... Debilidad por un amor que va a acabar contigo. — sus ojos se tornaron de un color rojizo y su semblante era completamente serio.

— Por lo menos tengo alguien que me ama. — contesté un poco débil.

Verno entrecerró los ojos y se acercó a mi cara con las venas marcando su cara.

— Prefiero vivir sin ser amada a morir sufriendo un amor. — se alejó de mi oído y me observó sin expresión.

Su sonrisa creció y sus ojos se achicaron, ella estaba siendo risueña.

Era tan bipolar.

— Hasta nunca, Jared. — dijo con una voz mecánica pero a la vez amable, como si lo que acabara de salir de su boca no tuviera nada que ver con lo que su mente pensaba.

Un sudor frío recorrió mi espalda y observé el filo de su espada brillar con un fulgor verde.

Su expresión se volvió fría y miles de pensamientos pasaron por mi cabeza.

No podía terminar así, sin embargo, mi cuerpo estaba demasiado débil y mis alas no podían volar por lo dañadas que estaban.

Sonreí, apesar de ser mi final estaba satisfecho con mi vida.

Tenía una novia maravillosa y una familia más unida que las venas con la sangre.

No me arrepentía de nada, ni de la decisión que había tomado al quedarme al lado de Emma y dejar todo atrás.

Pude haber hecho más, pude haber ayudado más, pero si este era el final, podría servir de algo.

Tal vez no matando a Verno, tal vez no salvando a alguien, pero...

— Ojalá que algún día alguien te ame tanto como yo amo a Emma. — la expresión de Verno cambió y su espada titubeó en el aire. — Nah... Nadie podría amarte. — y podía jurar que algo dentro de ella se rompió.

Su espada cortó el aire.

Te amo, Emma...

Verno, el surgimiento de un demonio (Saga Genus #2) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora